“Diamond Flash” es un prolongado silencio que se rompe con un puñetazo en el estómago. He pensado mil formas de intentar definir esta película y creo que esa es la más acertada, y aún así esa definición resulta algo simplista. Otras definiciones/etiquetas: Es la película de culto del año; extraña; independiente, underground; arriesgada; violenta, dura, radical, incómoda; pausada; minimalista; la estructura, técnica y ritmo alejaría y aborrecería al espectador de cine de centro comercial; no es una película para todos los públicos ni para el gran público en ningún sentido. En todas aquellas críticas que se pueden encontrar en Internet sobre “Diamond Flash” ponen en común que lo mejor es llegar totalmente virgen de información a su primer visionado, por lo tanto, todas estas palabras carecen de sentido o importancia para las personas que aún no hayan visto el film.
Segundo párrafo: Ahora se supone que debería venir la sinopsis, no obstante, resulta irrelevante. Podría ser la historia de diversas mujeres que por distintos motivos se cruzan en el camino de un superhéroe visto desde una óptica radicalmente alternativa con temas como la pederastia, los malos tratos y el secuestro como hilo conductor.
La mayor virtud que posee “Diamond Flash” es que, conforme avanzan las largas secuencias, se crea ese juego (implicación) con el espectador en el que intenta rellenar de ideas esos huecos que dejan entre cada salto de personajes. Dichos huecos no son tan grandes una vez termina el último capítulo y la historia queda más cerrada de lo que pueda parecer, pero daría igual si nada se llegara a unir, al fin y al cabo no importa tanto la linealidad o la lógica de una historia, lo único que cuenta es la transmisión de sentimientos o emociones que llegan más o menos dependiendo de la sensibilidad de cada espectador. Eso es una característica que se aprecia en algunas películas de Lynch o Haneke (con el que tiene varios puntos en común) y que pocos logran alcanzar con éxito y es gracias a la maestría de ciertos elementos clave. Llama la atención cómo se solapan unas historias con otras y la buena distribución de la fina relación que se establece entre las mujeres de este relato. Ellas son las protagonistas totales y las seguimos, escuchamos y compadecemos a lo largo de las situaciones planteadas siempre con una incomodidad que va en ascenso, hasta dejar un nudo en la garganta. De ese planteamiento vemos largas secuencias que por otro lado no tienen mucho que ver con la historia o la idea central que flota por el film, y sin embargo suponen subtramas colaterales que componen márgenes que apoyan al conjunto, definen personajes, transmiten sensaciones y crean la trabajada y feroz atmósfera, ya sea con la sospecha a cerca de un oscuro secreto en familia o la mística charla entre dos amantes en el silencio de la noche.
Carlos Vermut, ilustrador y cortometrajista, plantea la narración como la de una novela gráfica, marcada por su principal característica, la quietud de sus imágenes, donde cada plano podría pertenecer al de una viñeta de cómic. Técnicamente se basa en largos planos fijos (lo que llevará a más de uno a rechazar la película) y en la ausencia de movimientos de cámara y principalmente se apoya en el guión y la interpretación. La mayoría de diálogos (que gozan de gran calidad e intensidad) resultarían ridículos si no fuera por ese variopinto elenco de actrices desconocidas (en términos generales) dueñas de interpretaciones llenas de angustiosas emociones. Parece que todo el reparto entiende sus personajes de una forma primaria sin despistarse con partes concretas o dudas marcadas por ese fuera de campo (en la historia) que dota de atractivo y misterio al film. No obstante, “Diamond Flash” es mezcla y pasa de la más turbulenta de las historias a fragmentos cómicos y aparentemente algo más banales. Hace lo que no te esperas, te propone una historia, que en otras manos podría haberse materializado de forma habitual y previsible, y la acerca o la dota de características propias de cualquier otro género y estilo narrativo.
“Diamond Flash” triunfa gracias a su planteamiento inicial, compuesto por una acertada mezcla de géneros (o mejor dicho vueltas de tuerca), y logra contener más intensidad, atracción, misterio y juego con el espectador que la mayoría de películas que he podido visionar todo este año.
Carlos Ena
Todo el mundo habla maravillas de esta película. Habría que añadir que Carlos Vermut es también autor de historieta.
por lo que dejas entrever parece que sigue el estilo de sus historias en tebeo.
No es por nada, pero eso de ser película de culto, ¿no es un estatus que un film alcanza con el paso del tiempo? (por ejemplo, El gran Lebowski)
Si estoy en lo cierto, ninguna película puede ser película de culto del año, lo cual suena casi a chiste. Y muchísimo menos si aún no se ha estrenado, ya que esa categoría se la otorgan sus seguidores.
Sí se puede decir, siempre jugando a adivinos, que cierta película podría convertirse en tal cosa, con el tiempo. El crítico se aventura a afirmar eso cuando encuentra una obra que le parece especial, poco convencional, rompedora e inspirada y de la cual estima que será objeto de veneración, más o menos.
Alberto: Lo que todos entendemos por película de culto: “Aquella película que sin tener un repercusión ni por parte de la crítica ni por parte del público, pero el paso del tiempo ha hecho que estas películas sean más apreciadas por ambos sectores”. Ejemplos clásicos: Blade runner, Arrebato y El precio del poder.
Puede serlo sí, pero esto será dentro de 10 0 20 años.
Precisamente para eso está el primer párrafo, para aclarar que las etiquetas dan igual puesto que es una película difícil de definir.