Resulta difícil hacer un comentario sobre esta película, puesto que la temática en un primer momento puede crear rechazo o pereza en la mayoría de espectadores debido a que quizá les guste mirar hacia otro lado e ignorar ciertas limitaciones que componen la vida de tantas personas.
También, los films que tienen como base central una enfermedad o discapacidad hacen que surja en el espectador que no haya pasado por lo mismo un prejuicio indicando que no se van a sentir identificados. No obstante, esta película consigue lo opuesto debido a su naturalidad, falta de tópicos, sinceridad y ternura. Si tuviera que definir lo que transmite esta película con una sola palabra quizá esa palabra fuera “ternura”. “Seis puntos sobre Emma”, ópera prima de Roberto Pérez Toledo, prolífico cortometrajista, te deja con un incómodo nudo en la garganta; sin embargo, puesto que tiene buen ritmo y en su forma no deja de ser convencional, no es una película difícil de ver y por otro lado entraría dentro del grupo de aquellos largometrajes sociales que convendría visionar para concienciar o simplemente para comprender.
Emma es una joven invidente que persigue un objetivo: quedarse embarazada. Comienza a acudir de forma regular a una terapia de grupo con otras personas discapacitadas que comparten sus angustias, problemas o miedos. Es ahí donde Emma, convencida de que no puede querer a nadie, empieza a “ver” al psicólogo del grupo como el hombre que pueda dejarla embarazada.
Siento utilizar este cliché, pero Verónica Echegui (Biznaga de Plata por este papel en la pasada edición del Festival de Málaga) “sostiene el peso de la película”. Su actuación, física y emocional, es simplemente perfecta. Consigue dejar de actuar y comenzar a ser, lo que debería ser el mayor premio o la gran satisfacción a la que aspirase cualquier intérprete. Con su lenguaje corporal consigue crear varias lecturas a cerca de su personaje que no tardamos en intuir precisamente porque a Emma, como persona, se le intuirían. Muestra seguridad y autosuficiencia como mecanismo de defensa, puede que por miedo a que le hagan daño o sencillamente como algo que se ha fraguado en ella a lo largo de los años y la experiencia. Prácticamente se puede sentir la sensibilidad que esconde tras ella y el abatimiento porque le haya tocado, precisamente a ella, correr esa mala suerte. Al terminar el visionado recordaba la visión pesimista de Woody Allen en “Annie Hall” en la que explicaba que en la vida hay dos categorías, lo horrible y lo miserable. Lo horrible son los enfermos incurables, y los miserables son todos los demás. Es en la terapia de grupo donde se puede apreciar la sutil diferencia a la hora de mirar que tienen aquellas personas de la primera categoría, como si se hubieran desengañado ante el mundo y que, a pesar de ello, hacen todo lo posible por vivir la vida que ellos desean.
Se nota que Roberto Pérez Toledo y su co-guionista Peter Andermatt saben de lo que hablan. Hay detalles (o mensajes) que aportan y completan el conjunto, como por ejemplo, la comparación de la ceguera física con la ceguera emocional o todo aquello en lo que se representa el número sEis. El cineasta demuestra su capacidad a la hora de dirigir actores y consigue un conjunto de solventes interpretaciones gracias también a un versátil elenco.
Tengo entendido que en un principio se planteó hacer una historia coral y que finalmente se centró sobre el personaje de Emma, haciendo que los personajes secundarios, aun no quedando planos, posean menos tiempo para su propia definición. Habría sido interesante haber visto esa película. Considero errónea (o al menos una hoja de doble filo) la opción de que predomine en todo el metraje la escasez de planos estáticos, puesto que no parece aportar gran dinamismo ya que por otro lado apenas grandes hay movimientos de cámara más allá del continuo vaivén. No obstante, a pesar de que quizá mejorando técnicamente puntos débiles en la concepción visual de la película habrían enmarcado más esa primera persona sobre los personajes, “Seis puntos sobre Emma” consigue, decentemente y de forma cercana, consciente y sensible, contar una historia de objetivos, de dificultades insuperables, de deseos enfrentados, de la soledad que crea la adversidad, de la insatisfacción personal y del sentimiento de lucha como única y verdadera opción.
Carlos Ena