(Se abre paréntesis…
Dos desconocidos coinciden en un autobús que les lleva a un paraje (Cannon Beach, Oregon) que puede ser cualquier lugar que sirva como parada de reflexión antes de seguir sus respectivos caminos. Esa es la base del argumento: Un encuentro casual prolongado por la necesidad de compartir y fusionar dos soledades durante un par de días.
Resulta agradable ver que Manuel Calvo, diplomado en Ecam y habitual primer ayudante de dirección de algunos de los mejores autores patrios (trabajó en “Mapa de los sonidos de Tokio” de Coixet, en “La piel que habito” de Almodóvar o en el cortometraje “Traumalogía”de Sánchez-Arévalo) confía en la idea de llevar a cabo la historia de un cortometraje (cerca de considerarse un digno mediometraje; 25 minutos) que pretende expresar todas esas sensaciones con muy poco, casi sin contar nada más allá de la sensibilidad de sencillas escenas que se intercalan entre conversaciones intrascendentales. En el guión participan también sus dos actores principales, los extranjeros Tinka Furst y Garrett Kean, algo que recuerda al caso de Richard Linklater con Julie Delpy y Ethan Hawke en su pareja de películas (en breve trilogía) “Before Sunrise” y “Before Sunset. Los planos no son nada artificiosos, no hay travellings, está rodado cámara en mano, entra dentro de las características que dicta el subgénero mumblecore y durante su visionado es difícil no acordarse de alguno de los largometrajes de los nuevos autores del cine independiente norteamericano (los denominados “Young American Filmmakers”) como por ejemplo Joshua Safdie, los hermanos Duplass o Aaron Katz. De hecho “Quiet City”, el segundo film de Katz, tiene varias similitudes con el cortometraje de Manuel Calvo.
El hecho de que no se busque mostrar la capacidad técnica de la realización inundando el metraje de una iluminación estilizada o planos ensayados y estudiados no quita para que se queden en el recuerdo imágenes cercanas y a la vez poderosas como ese paseo por la playa en el ocaso acompañado de la reflexiva “Wine and rye”, de Pete Greenwood, que sustituye el relajante e incesante sonido del mar. En último lugar aparece el segundo tema, titulado “Gone under sea”, de Electrelane, que pone cierre al relato. Careciendo de una técnica efectista consigue convertir al espectador en un voyeur que sigue el encuentro de unos extraños, como un fantasma que fluye de historia en historia, como un pasajero de autobús que se pregunta qué harán esas personas después de la parada.
Interpreto esta historia como aquellos paréntesis que se cuelan en nuestras vidas y que, posiblemente, cuando la juventud que poseemos haya desaparecido echaremos la vista atrás y sobresaldrán por encima de toda esa uniformidad que arropa el paso del tiempo.
…se cierra paréntesis)
Cannon Beach: La Playa de Berlín from elamedia on Vimeo.
Carlos Ena