“Políticamente incorrectos”, de Arantxa Echevarría, solo pierde un 30 % de espectadores en su segundo fin de semana en cines, a pesar del exitazo de “Dune 2”, y añade 240.000 euros a un acumulado de 740.000 euros por lo que el próximo domingo debería rozar la cifra del millón de taquilla en salas comerciales. Esta producción de Atresmedia no será rentable para sus productores pero al menos no perderán dinero tras su paso por la cartelera española. Si se mantiene bien durante este mes de marzo podría acabar su recorrido comercial sobre los 1,2 millones.
¿De qué va?
España hierve de crispación, el país está totalmente polarizado y las redes sociales arden a diario… Los partidos NUEVA IZQUIERDA y ESPAÑA LIBERAL se enfrentan en las próximas elecciones generales. Laura, una progre perro flauta y Pablo, un pijo con fachaleco, están dispuestos a revolcarse en el fango político para conseguir la victoria de sus respectivos líderes. Pero como ocurre siempre en política, cuando los rivales se lanzan a la arena, nada sale como se espera. Viejos rencores, programas sin cumplir y amores prohibidos viajarán en una maquinaria electoral a todo gas y sin frenos… ¿qué puede salir mal?”po
REALIDAD DE “POLÍTICAMENTE INCORRECTOS”
Bastaba haber recogido de un diario de noticias de cualquier capital de provincia los acontecimientos de las secciones de Tribunales, los ERES publicados, la violencia doméstica, los niños que huyen de casa, los permanentes descubrimientos en la investigación eneel seno de la Iglesia Católica en su propio interior, la apertura de Iglesias de creencias de todas las comuniones, etc., y con un gag sobre cada situación y una serie de flashes de invasión de una flotilla de pateras por el Sur con tráfico de armas en un par de chaletes en las poblaciones costeras que en verano revientan los saraos de la gente que brega por ocupar portadas en color y mostrar sus canalillos interpectorales colocados y maquillados ante las luces engañosas de los platós de los estudios de grabación. Hubiera resultado más vistosa e interesante. De los políticos, de unos, se ha dicho lo que quieren que se diga, y de los otros no se deja decir nada real. El espectador avisado se pregunta si esta presunta sátira-para censurar o ridiculizar- es oportuna para reírse de la realidad o para llorar por el futuro totalmente controlado de nuestros hijos a través de los medios de comunicación. Es más bien repetidora, copia, nada de aguda, ni pizca de picantuela y la supuesta mordacidad brilla por su ausencia ya que domina la afabilidad y benevolencia en el tratamiento de los personajes.