La soledad, el miedo al abandono o la necesidad de ser querida o aceptada son sentimientos que no entienden de edad. Son emociones universales que persisten en las protagonistas de “PETRICOR”, tres mujeres de diferentes generaciones con una enfermedad que afloró debido a una lesiva gestión emocional por parte de sus figuras de referencia.
“PETRICOR”, el documental de trasfondo autobiográfico dirigido por la directora mallorquina Victoria Morell, se sumerge en las sombras de la anorexia y la bulimia, una enfermedad que ella misma padeció durante más de una década. Ahora la retrata a través de un juego de espejos, donde la empatía se convierte en un canal adicional para explicar una realidad punzante y desconocida.
Os dejamos con nuestra entrevista a Victoria Morell, directora del documental “Petricor“:
– ¿Por qué Petricor no es un documental más sobre trastornos alimentarios?
– “Petricor” es una película que va más allá de los trastornos alimentarios. Es un documental con una complejidad que va más allá de la alimentación, del peso y del cuerpo. Mi objetivo principal era poder sumergirme en las emociones universales que subyacen a estos trastornos, como la soledad, el miedo al abandono o la búsqueda de aceptación, entre otras. Esta exploración emocional agrega complejidad y empatía a la narrativa. Es por este motivo, que muchos hombres y mujeres se han sentido identificados con las protagonistas, independientemente de cuál era su relación con la comida.
– Tú sufriste un trastorno alimentario, ¿cómo ha sido revivir la experiencia desde el otro lugar?
– Con 19 años, sufría un ingreso hospitalario de dos años por bulimia restrictiva. Mentiría si dijera que el proceso ha sido fácil. En estos cuatro años que ha durado todo el camino, he tenido recaídas y he necesitado ayuda terapéutica. A momentos, viví el proyecto con mucha vulnerabilidad porqué me estaba enfrentando de nuevo a la enfermedad, intentando entenderla desde otro lugar, y escuchando horas y horas de terapia con las que me sentía identificada.
– En el documental tratas temas de mucha dureza y crueldad. Las protagonistas se han expuesto emocional y físicamente, consiguiendo una atmosfera de intimidad que te sumerge en el relato como si estuvieras presente.
– Trabajamos mucho, previamente, para conseguir una aproximación con las protagonistas. Especialmente con María Luisa de 70 años, que requirió mayor tiempo y presencia. Mi historia personal, también generó una mayor confianza, así como un nivel de autenticidad y conexión emocional con la película. Las tres protagonistas han sido muy generosas. Cuca Gomila, de 50 años, vivió situaciones de mucho pánico con la comida que se ven reflejadas en el documental. Neus Serra, de 30, se desnuda físicamente en una bañera donde convergen imágenes reales de sus autolesiones y cortes. María Luisa y, especialmente, su hija Carmen, ha hablado y tomado conciencia por primera vez de esta historia con el documental y una cámara a su lado. Todo es gratitud.
– ¿Cuál ha sido tu mayor miedo durante el proceso de rodajes?
– Creo que he sentido mucho miedo a no saberlas cuidar bien. A que no se sintieran cómodas y no pudieran o no se sintieran en confianza para expresármelo. Por eso desde el primer momento trabajamos mucho desde la comunicación. Intentaba explicarles qué grabaríamos, cómo lo haríamos y darles la seguridad que en cualquier momento podíamos interrumpir el rodaje e irnos a casa si así lo deseaban. Eso ocurrió varias veces.
– ¿Qué día recuerdas con más dureza?
– Creo que hubo muchas terapias que fueron muy duras. Una especialmente de Cuca Gomila, en la que hablaba de su intento de suicidio y abordaba la relación con la madre. En esa terapia tuvimos que interrumpir el rodaje en varias ocasiones porque me pegó un ataque de tos nerviosa. Yo tenía la necesidad imperante de estar y escuchar el relato, pero finalmente tuve que quedarme fuera.
– ¿Hay algún momento que conserves con especial cariño?
– Estrenamos el documental en Atàntida Film Fest y a los dos días la sala grande estaba llena, por lo que se tuvo que habilitar otra sala que quedó llena a las pocas horas también. Cuando se acabó la película y subieron todas las protagonistas con lágrimas de emoción por la ovación del público, yo me quedé sin palabras. Solo podía observar a toda la gente de mi entorno, que durante años había estado pendiente del proyecto y de la evolución, aplaudiendo y llorando. Sentía que cerraba una etapa, y que se abriría otra. Y que esas dos horitas de reconocimiento quedarían guardadas como un tesoro para siempre.
– ¿Por qué crees que PETRICOR está teniendo tanto recorrido y está conquistando al público?
– No es fácil exponerse a los recuerdos de la infancia. Sin embargo, en muchas ocasiones, la infancia puede ser un refugio al que nos gusta regresar. Es en ese lugar donde conviven nuestros recuerdos con nuestras figuras de referencia, como mamá y papá. Son aquellos abrazos que nos protegían de los días grises y que a veces extrañamos tanto. Sin embargo, para algunos, la infancia no es un lugar seguro. “PETRICOR” también te insta a reconectar con ese niño herido, abrazarlo y reconciliarte con él.
– Cierra los ojos y recuerda cuál fue el momento más bonito de tu infancia, es el punto de partida de tu documental.
– Sí, y también el final. ¿Me acompañas en este viaje?