El director y productor chileno Pablo Larraín ha recibido el Premio Ciudad de Huesca Carlos Saura en la 51 edición del certamen. El cineasta ha afirmado que el cine iberoamericano vive un momento muy saludable, pero los creadores de la región deben “aprender a vivir con los ‘streamings’, tenemos que entender que nuestras películas necesitan existir también en las plataformas e implica tener menos presencia en las salas de cine y más presencia audiovisual en los hogares”.
En rueda de prensa ha insistido que es la realidad que se vive actualmente, ya que cuando el espectador está en su casa, no puede controlarse la atención de la persona, no se tiene el dominio que se logra en una sala de cine, sin luces, con una butaca cómoda y la temperatura controlada “y tenemos inevitablemente que competir” con esa nueva manera de llegar al audiovisual. “Es una narrativa distinta y hay que asumirlo, estamos en una era en la que la atención cambió y eso produce una crisis, pero hay que asumirlo”, ha agregado.
Ha señalado que a él lo que le preocupa es poder conservar la identidad, la libertad, cuidar ese arte que está en crisis pues las audiencias de cierto tipo de cine están difíciles. “La mayoría de las películas que están gobernando las salas de todo el mundo tienen muchos estímulos; la cantidad de estímulos y emociones por minuto son muy elevadas y predisponen al espectador en un tipo de atención distinto”, pero hace hincapié en que “tenemos que atraer a la audiencia y no dejar de trabajar”.
Para Larraín, cuando el cine se hace más allá de los presupuestos o de la producción involucrada “termina siendo un ejercicio idéntico en todos los países y eso es maravilloso, democrático”. Ha apuntado que “no creo que haya dejado de hacer algo que haya querido hacer, no he tenido nunca la presión de un estudio o tener que tomar una decisión ajena a mí y en ese sentido me siento privilegiado y espero seguir con esa libertad y autonomía”, aunque apunta que “lo que creo es que es peligroso quejarse o echarle la culpa a uno o a alguien”.