Alberto Gestasi debuta en el largometraje con una producción independiente, rodada en blanco negro y en formato 4:3, que se presentó en el pasado Festival de Cine de San Sebastián donde logró buenas críticas.
Después de verla, creo que solo por dos de sus escenas valen la pena su visionado. Me refiero a las escenas en las que la pareja protagonista, primero en su juventud y luego siete años después, mantienen unos diálogos que nos permiten descubrir las entrañas de estos personajes, interpretados muy bien por Loreto Mauleón e Iñigo Gastesi. En esta primera secuencia que mencionamos los protagonistas están al aire libre, disfrutando de unas hermosas vistas del mar, posible metáfora de la juventud, libertad e inocencia de los mismos. En cambio, en la segunda secuencia el diálogo lo mantienen entre cuatro paredes, en una habitación de un piso, prácticamente a oscuras, mientras se escucha de fondo el ruido la lluvia caer. Lara y Daniel han madurado, han cambiado, son menos inocentes pero ninguno ha olvidado su primer encuentro bajo la lluvia y lo que pudo ser y no fue su relación.
Como dice uno de los personajes: “En la vida siempre hay que tomar decisiones”. Estas decisiones pueden cambiar completamente nuestra vida como, por ejemplo, no presentarse a una prueba de Violonchelo; aceptar subir a la mota de un desconocido; negarse a ir a la playa cuando un amigo te insiste por teléfono que vayas; ir o no ir al entierro de tu padre; comprarte un piso; tener o no un hijo; o decidir en qué ciudad o país prefieres vivir.
Todo esto, con una magnífica fotografía de Esteban Ramos, nos cuenta la historia de “La quietud en la tormenta“. Su ritmo, su guion no gustará a todos pero, sin duda, habrás vivido una experiencia que, como en una montaña rusa, acaba volviendo donde todo empieza.
Nota El Blog de Cine Español: 6,5.