Estíbaliz Urresola Solaguren nos ha dejado con la boca abierta en Berlín. Si bien ya nos había mostrado de lo que era capaz el pasado año en Cannes, donde presentó el cortometraje nominado al Goya “Cuerdas” en la Semana de la Crítica, su debut en el largometraje con “20.000 especies de abejas” nos confirma la llegada de una nueva gran directora a nuestro cine.
“20.000 especies de abejas” cuenta con un gran guion, muy pulido, que la propia directora española escribió allá por el 2018, cuando el tema tratado en la cinta no estaba tan de actualidad como lo está ahora en España. La madurez inusitada de esta obra obliga al espectador a verla más de una vez para poder entender todos los matices que esconde cada uno de los gestos de los protagonistas.
Estibaliz nos presenta la mirada de un niño que se siente niña, pero al igual que en otras maravillosas obras con la misma temática, como la multipremiada “Mi vacío y yo”, de Adrián Silvestre, el protagonista no tiene muy claro que es lo que es, o lo que quiere ser.
El papel de ese niño, Aitor, que quiere ser Lucía, está interpretado por una revelación a tener en cuenta, Sofía Otero, que junto a la brillante Patricia López Arnaiz, que interpreta a su madre, conectan de tal modo que todos sus gestos y diálogos calan en el espectador.
Las diferentes capas de las relaciones entre los personajes, y la evolución clara y orgánica que vemos en la personalidad de Lucía, nos fascina por sentirla como propia, nos convence, entendemos unas dificultades ajenas sin guiones paternalistas que nos den ideas masticadas, y eso se agradece por tratar al espectador como una persona con criterio.
Si bien es posible que esta película no guste a todo el mundo, como ocurre con toda obra, lo que no hay duda es de que esta cinta es un ejemplo de maestría en la elaboración de un guion sólido y complejo, sin olvidarnos de su exquisita dirección de actores.
Nota El Blog de Cine Español: 8.
El infiltrado en Berlín.
“Cocó, de ocho años, no encaja en las expectativas del resto y no entiende por qué. Todos a su alrededor insisten en llamarle Aitor pero no se reconoce en ese nombre ni en la mirada de los demás.” Dice la sinopsis.
“De un niño que se siente niña”… “Aitor, que quiere ser Lucía”… Decís vosotros.
En fin…
Jorgito, cómprate una vida.
Lo sentimos, Mikel, en esta web no se admiten descalificaciones.
¿O sí?
La crítica deja que desear, pero tú no puedes ser más pesade
Jorgito, no hay nada erróneo en la crítica. Si te lees la crítica de The Guardian a la película lo entiendes: el nombre legal del protagonista es Aitor, la familia usa cariñosamente el apodo de Coco para referirse a él y el chaval (que se siente niña) le expresa el interés a la madre de cambiar su nombre legal por el de Lucia.
Ah, pues sí, pues sí se admiten. Y sí, sí puedo serlo.
Creo que lo de que alguien se queje de que a las personas no se las respete y el resto se pongan todos a una contra elle (ya que te has vuelto inclusive, Aitor Alman)… Creo que eso tiene un nombre…
Término inglés y no es fútbol: un, dos, tres, responda otra vez
Una duda desde la ignorancia: ¿cómo sería más inclusivo?
¿Todos a una?
¿Todes a una?
¿Todes a une?
Pregúntale a Lope de Vega.
Supongo que también depende de desde dónde plantees tu duda. Y al parece ya sabes tú desde dónde la planteas.
Qué pereza…
Bueno, lo que me importa, qué ganas de ver la peli
Tiene pinta de firme candidata, y a priori favorita, a goya a mejor peli