Entrevistamos al cineasta Adán Aliaga por su cuarta nominación al Goya. Esta vez en la categoría de mejor cortometraje documental con “La gàbia”, su trabajo más personal hasta la fecha al estar protagonizado, y dedicado, por sus padres.
– Para empezar, ¿cuéntanos cómo y dónde recibiste la noticia de la nominación al Goya en la categoría de mejor corto documental?
Pues estaba trabajando en las residencias de la academia justo arriba de donde estaban dando la rueda de prensa de los nominados. No me gusta verlo en directo, por eso continué trabajando hasta que Guillermo de Oliveira, otro director de cine que está en las residencias, me advirtió de la nominación. Muy contentos.
– ¿Qué tal fue la experiencia del evento de la cena de nominados de los Premios Goya?
Muy bien porque al estar solo los nominados, pudimos hablar con mucha gente, y fue enriquecedor compartir este evento con otros compañeros nominados.
– ¿Cómo surge la idea de este proyecto tan personal protagonizado por tus padres?
Bueno, mis padres ya han aparecido en muchas de mis películas, así que era algo normal que finalmente protagonizarán una de ellas. La idea me surgió cuando mi padre me contó que un gato se había comido el canario de la jaula exterior. En esos momentos yo vivía en Nueva York y mi padre ya estaba enfermo por culpa del amianto. Pensé entonces en la idea de hacer este pequeño corto doméstico para contar la historia del canario, hablar del problema del amianto, pero también como un homenaje a mis padres.
– ¿Cuántas selecciones y premios has conseguido con este corto?
Ahora no llevo la cuenta. Pero muy contentos por ganar una de las navajas de Buñuel, el concurso de Versión Española de RTVE, ganar el premio del público en un festival tan prestigioso como el de Abycine , o ganar el premio del jurado en SEMINCI que es uno de los festivales más importantes de nuestro país, o estar nominados en la academia del cine Valenciano…. Y muchos premios más y selecciones, pero yo tengo la sensación que el corto conecta con mucha gente, gusta mucho, se emociona, y se ríen. La nominación al Goya es la guinda de este proceso recorrido de dos años que lleva el cortometraje.
– En “La Gábia” vemos a un matrimonio mayor, tus padres, un día en su casa de campo, preparando una paella mientras ambos realizan diferentes tareas. Sin embargo, durante este día cotidiano el espectador podrá conocer mejor a esta pareja en la que él padece cáncer por haber trabajado muchos años con el amianto, ¿cómo fue el proceso de esta grabación?
Bueno, habitualmente cuando trabajo con el formato documental, ruedo mucho material, y durante mucho tiempo. Pero en este caso, mi padre ya se encontraba muy fatigado, y lo planifique en mi cabeza para que casi fuera rodado a tiempo real. Tenía muy claro que situaciones quería contar, pero evidentemente ellos aportaron la improvisación y su especial gracia en cada escena. Se rodó todo en un domingo. Por cierto, la paella estaba buenísima.
– Si tuvieras que animar con un par de frases a los académicos para animarles a ver tu corto, ¿cuáles serían?
Bueno, creo que a pesar de ser un corto muy sencillo, trata temas universales, como la pareja, la soledad. Como en todos nuestros trabajos nos interesamos por retratar la condición humana, en este caso desde lo cotidiano de un matrimonio, pero también desde el surrealismo y lo distópico, creo que muchos académicos empatizan con mis padres.
– Para terminar, y cambiando un poco de tema, ¿qué nos puedes adelantar de tu proyecto de largometraje de ficción “La vida reflejada”?
Bueno, La Vida Reflejada, es un proyecto de ficción, que estoy desarrollando en las residencias de la academia de cine español. Es una historia inspirada en hechos reales, que habla de proceso de duelo que tiene que sufrir una familia para superar la muerte por suicidio de su hija adolescente. Es un proyecto en el que llevamos muchos años trabajando, y en el que estoy muy ilusionado. Estamos viviendo una pandemia de suicidios en todo el mundo, y creo que es un tema muy importante del que hay que hablar. Espero que nuestro film pueda aportar nuestro granito de arena para que se hable mucho más del tema, y toda la sociedad sea más consciente de ello. Porque hablar de ello puede salvar vidas, y el silencio continua matando.