“Seis días corrientes“, tercer largometraje de ficción de Neus Ballús, se presenta hoy en la Seminci, donde compite en su Sección Oficial y luchará por la Espiga de Oro y sumar más galardones a su palmarés que no para de crecer con su presencia en numerosos certámenes nacionales e internacionales. La realizadora ha ofrecido este martes, Día del Cine Español en el festival, una rueda de prensa en la que ha asegurado que la película supuso para ella «el gran reto de entender que no podía ejercer un control total», al conjugar ficción con elementos de la vida cotidiana. Sis dies corrents se proyecta hoy martes en el Teatro Carrión, a las 19:00 horas, y mañana miércoles en los Cines Broadway, a las 22:30 horas; mientras que la prensa acreditada ya ha podido verla esta mañana en el pase de las 09:00 horas.
A medio camino entre el documental y la comedia, el filme se basa en situaciones y personajes reales para relatar el día a día de tres trabajadores de una pequeña empresa de fontanería y electricidad a las afueras de Barcelona. «Mi curiosidad por explorar el mundo del trabajo surgió porque el compañero de mi madre es fontanero, ya jubilado, y cada día en la sobremesa me contaba las historias que le sucedían en las casas ha contado Ballús, «y yo sentía que él tenía un acceso privilegiado a cómo vivimos y a las familias y formas de pensar tan diferentes que hay en nuestro país».
«Me pareció un punto de partida interesante para una película que tuviera mucho realismo y drama, pero también mucho humor cotidiano», ha añadido la directora, que también ha señalado que «para escribir la película lo primero que hice fue buscar a quienes me acompañarían en este viaje, tres fontaneros reales, para lo que me fui a la Escuela del Gremio de Instaladores de Barcelona, donde vi a más de mil personas». Los tres elegidos fueron Mohamed Mellali, Valero Escolar y Pep Serra, presentes también en la rueda de prensa. «Trabajamos conjuntamente durante dos años, en los que les preparaba para estar delante de la cámara y, a la vez, escribía el guion, adaptándolo a sus capacidades, sus conflictos y sus personalidades reales». Un guion que firma Ballús junto a Margarita Melgar.
«Todos tenemos el potencial de ser buenos intérpretes, pero necesitamos una película para cada uno de nosotros, así que yo tenía que escribirle una película a medida a cada uno», ha explicado la directora. «Y solo podía hacerlo a través de un proceso de conocernos en profundidad, para establecer una relación de confianza entre nosotros y un terreno donde ellos pudieran expresarse». «Tenía que asegurarme de que, emocionalmente, podían llegar hasta donde yo quería, de que aquello que yo escribía se podía expresar en el rodaje», ha añadido, para lo que preparaba a los protagonistas junto a un coach. En la filmación, la metodología, que se aplicaba también a los personajes secundarios (clientes de los fontaneros), consistía en «plantear una situación más o menos ficticia a la que ellos tenían que reaccionar sin saber lo que iba a pasar».
«A los protagonistas incluso les pusimos averías reales para que descubriesen qué no funcionaba y lo arreglasen, porque queríamos crear un entorno de ficción en el que ellos pudieran estar lo más reales posible, ser lo más de verdad posible», ha apuntado Ballús. «Evidentemente, tenía que dirigir, porque aspiraba a conseguir algo concreto, pero yo quería que todos los elementos fueran material vivo, que la película fuese de gente hablando de sí misma, por lo que todo cogió una dinámica orgánica e impredecible», ha dicho. «Obligar a los protagonistas a hacer lo que yo quería hubiese matado su autenticidad y el gran rango emocional que podían mostrar, lo que nos hubiese dejado prototipos, simplicidad».
«Siempre confiamos en que esta película tendría muy buen estreno internacional, pero nunca pensamos que tendría este recorrido tan amplio por festivales de primer nivel, es bastante impresionante», ha destacado Porté, que ha subrayado que «en esta película se trabajaba con material sensible, era un proyecto frágil desde el punto de vista de las inseguridades que necesita una producción y se abrían muchos más interrogantes que en una ficción clásica». «Ha sido inquietante a veces, pero nos hemos rendido a la realidad», ha confesado. «Hay magia en esa frescura que se desprende de Sis dies corrents y que procede de esa incertidumbre con la que íbamos a rodar cada día sin saber qué iba a ocurrir, y se percibe aquí, en Corea, en Londres o en Locarno».