Fernando León de Aranoa se luce con una película lúcida, brillante e inteligente. La candidata española a los Oscar tiene también la interpretación del año, ¡Javier Bardem está inconmensurable!
¿De qué va?: Blanco, el carismático propietario de una empresa que fabrica balanzas industriales en una ciudad española de provincias, espera la inminente visita de una comisión que decidirá su destino y la obtención de un premio local a la Excelencia Empresarial: todo tiene que estar perfecto para la visita. Sin embargo, todo parece conspirar contra él. Trabajando a contrarreloj, Blanco intenta resolver los problemas de sus empleados, cruzando para ello todas las líneas imaginables, dando lugar a una inesperada y explosiva sucesión de acontecimientos de imprevisibles consecuencias.
A priori, con semejante sinopsis y estos tres principales nombres implicados (Javier Bardem, Fernando León de Aranoa y Jaume Roures) es fácil imaginar a la caverna ideológica de este país preparándose para sacar su artillería contra el cine español y pasear la bandera de «son todos unos rojos, ¿lo veis?». Sin embargo, lo primero que sorprende de EL BUEN PATRÓN es que no se implica en temas políticos. Y eso que, siendo el protagonista un empresario, debió existir la tentación. Pero no, la película ni señala con el dedo ni se moja en política. Eso sí, ¡qué bien define España!
¿Es una comedia sin aparente humor?, ¿es un drama con chispazos cómicos? La proeza del film es el tono y estilo que tiene. Es divertido, mordaz y ácido; una rara avis que te engatusa a los pocos minutos.
Para aquellos que admiramos la filmografía de Fernando León de Aranoa, sorprende comprobar que esta es su película más libre, aunque sin olvidar sus rasgos personales. Confía en el poder del guion y lo lleva a buen puerto gracias a un ritmo acertadísimo, además de una estupenda dirección de actores.
Javier Bardem realiza uno de sus mejores trabajos y roza el milagro. Está enorme y es imposible apartar la mirada de él. Resulta fascinante la construcción de su personaje. Es un individuo al que no querríamos tener como amigo pero que es carismático a más no poder y el espectador se ve deseando sin remedio que este caradura cumpla su objetivo. Y hay que destacar algo dificilísimo: Javier Bardem consigue que nos olvidemos de él y solo veamos al personaje.
El resto del elenco está correctísimo, pero quien se mete al público en el bolsillo es la gran revelación del cine español este año: Almudena Amor. Tiene un primer plano en el despacho del protagonista que demuestra su enorme talento.
Un punto que hay que aplaudir del guion eléctrico y fascinante de León de Aranoa es que se olvida, además de la política, de posibles tramas económicas e historias de despacho. Opta por un toque humano y decide obviar cualquier tejemaneje que el espectador tenga en la cabeza sobre cómo debe ser el día a día de un alto empresario.
EL BUEN PATRÓN no baja al fango; tiene voluntad de evasión -con cerebro y corazón, eso siempre- y enamora gracias a un protagonista que resulta más grande que la vida misma. Tal vez el personaje más carismático del cine español desde Malamadre de CELDA 211, ¡ahí es nada!
Nota El Blog de Cine Español: 8.
Toni Sánchez Bernal