La película “Aztarnak (Huellas)“, segundo largometraje de la cineasta Maru Solores (“Cámara Obscura)”, clausurará la Sección Zinemira de la 69ª edición del Festival de San Sebastián. En la película, cuya premiere mundial tendrá lugar en esta edición del certamen, la voz de un bebé recién nacido y la de una madre acompañan al espectador en el viaje hasta esa época hace tiempo olvidada. Los elementos de la naturaleza dialogan con los paisajes y las huellas del cuerpo. A su intercambio de diálogos se unen en este viaje voces de expertos -como las de Ramón Maudit (Hezi Hazi), Laura Gutman, Michel Odent o Ibone Olza -como si de detectives que investigan huellas se tratase y también lo harán las de varias familias. Al mismo tiempo, esta búsqueda impulsará a la madre narradora a investigar sobre su propia historia. Surgirán preguntas que, lejos de tener una única respuesta, nos invitan a reflexionar sobre los adultos del futuro. Llegará a los cines el 15 de octubre de la mano de Barton Films.
Según la directora, “Cuando me quedé embarazada de mi hija, sentí que muchas cosas no cuadraban a mi alrededor. Siempre había tenido miedo al parto y pensaba que lo mejor sería que le anestesiaran a una en ese momento y le sacaran al niño así, sin dolor, de la manera más “fácil” posible. Sin embargo, al quedarme embarazada, esto cambió. Empecé a sentir y a plantearme que si mi cuerpo era capaz de gestar a un ser humano durante nueve meses, a formar un ser humano a partir de dos células nada más, ¿cómo no iba a ser capaz de traerlo al mundo? La naturaleza tendría algo preparado al respecto, ¿no?
Acudí a un grupo de preparación al parto donde se hablaba del parto respetuoso con la mujer y el bebé. Más tarde comprendí que este no era tan importante; es un hito, pero ¿qué ocurre después? ¿Estaba yo preparada para conectarme con mi bebé?
Inevitablemente tuve que enfrentarme con la que fue mi infancia y quedé fascinada por los secretos que esconde esa etapa de la vida que no recordamos, y que abarca desde la vida intrauterina hasta los 3 años aproximadamente. Pero, ¿las huellas de la infancia son para siempre? ¿Se transforman con el tiempo? Y si es así, ¿cómo? ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podemos trabajar con ellas?