Durante años en el País Vasco, 1609, hubo momentos donde diferentes poderes imponían un modelo de pensamiento reprimiendo así de forma perenne a todos aquellos y aquellas que se atrevían a vivir o pensar de modo diferente. A esta época se le llamó Caza de brujas. El director Pablo Agüero le ha puesto imágenes a una de un sin fin de historias que marcaron la historia de nuestra sociedad pasada. Al ver Akelarre corren de manera natural dos historias vistas con ojos de presente: la de la figura del poder, distanciada de una realidad terrenal, y la de las sus víctimas: mujeres sin capacidad de entender y protegerse de lo que les está sucediendo. Estas son las siete razones por las que Akelarre debería haber sido nominada al Goya a Mejor Película:
1. Prismas distintos:
Por acercar a un público actual un tipo de historias contemporáneas alejadas de los convencionalismos fílmicos del cine de época. La utilización de la cámara al hombro, la imposición de recursos digitales y el acierto en una puesta en escena mucho más común para los ojos del espectador o espectadora actual. Sin lugar a dudas uno de los aciertos de Akelarre ha sido sabernos mostrar el pasado con ojos de presente. Algo al alcance de pocos.
2. Ha nacido una estrella: Amaia Aberasturi
Por su capacidad de dialogar con sus ojos, su mimetización con el entorno y su sobresaliente actitud a la hora de asumir el mando de un grupo de mujeres destinada a un futuro incierto. Todo eso y más está presente en su forma de hablar, cantar y ver a sus oponentes.
3. Ambientación:
Por demostrar que no es necesario gastarse cantidades elevadas de dinero para crear atmósferas y mundos pasados. La ambientación de Akelarre junto a su reparto nos sumergen en un país conocido y desconocido a la vez para el espectador. Un pueblo costero, un bosque olvidado, una celda poco iluminada, y un montón de buenos actores rodeados de los indispensable para contar la historia de un grupo de hombres convencidos de que a través de estas mujeres podrán saber de dónde viene todo lo malo que le ocurre al mundo. Menos es más y saber mostrarlo es talento y esfuerzo.
4. El pasado y la actualidad:
El cine como espejo. Un reflejo, una imagen que nos genera emociones presentes y pasadas confrontándolas entre sí. Estos son momentos de brillantez en Akellare. La historia de seis muchachas obligadas a exponer, sean ciertas o no llegados a cierto punto, su relación con Satán vuelve a hacernos reflexionar sobre las carencias y necesidades que tenemos como sociedad ante todo aquello que no comprendemos ni vislumbramos desde un punto de vista femenino. Akelarre también se desvincula del género de terror, ni siquiera utiliza la presencia de Satán para ganar renta a su narrativa. La cinta es incapaz de huir de sus principios más esenciales “el papel de lo femenino en las sociedades patriarcales” dotándola de un calado presente.
5. Relaciones divinas:
Son los momentos en los que Akelarre acaba convirtiéndose en un film imprescindible para entender el papel de la fantasía vs la realidad. Somos testigos de cómo Ana utiliza las pocas armas que tiene como víctima frente a Rostegui, alter ego del poder divino. Aberasturi y Brendemühl alcanza en sus rifirrafes ideológicos todos esos lugares donde la historia adquiere mayor fuerza.
6. Un baile en mitad de la noche:
El fuego, lo real y lo invisible, Satán, la música que proviene de las entrañas, el mundo se mueve y la cámara de Agüero filma. Un bosque en mitad de la noche y una fogata que ilumina a seis jóvenes bailando y cantando alrededor. Lo humano/pagano representado como fuente de luz mientras en la oscuridad más profunda todo lo que representa el orden/caos. La poesía hecha imágenes.
7. Canto feminista final:
Se nos ha escapado a todos y todas las feministas apropiarnos de este falso canto satánico para convertirlo en un instrumento a favor de la libertad de expresión y la rabia contenida. Una frase cargada de dobles sentidos y ambigüedades.
“Ez dugu nahi beste berorik, zure muxun sua baino” /
“No queremos otro calor que el fuego de tus besos”
Eduardo Parra
@EduaParra
Algo os ha fallado en la cadena de montaje. Y luego hablaréis de otros bochornos. Vaya tela…
La desesperación por desacreditar a Las niñas ya es surrealista.
“Donde diferentes poderes imponían un modelo de pensamiento reprimiendo así de forma perenne a todos aquellos y aquellas que se atrevían a vivir o pensar de modo diferente”.
Ha sido leer este principio y creer que hablabas del País Vasco del siglo XX. Del periodo más sobado, de la transición en adelante, con el nacionalismo como modelo de pensamiento único. Luego he reparado en que hablabas de otro época y otros modelos y poderes que se encargaron entonces de imponer su verdad.
Siempre igual. Siempre hay un poder hábil (cuando no varios), que santifica su causa, ya sea por creer sinceramente en ella o por intereses más “terrenales”.
Tengo ganas de ver la película. Pinta chula.