Estamos ante una comedia que se desarrolla en la ciudad de Bilbao. Tras su pinchazo en taquilla con “Sabotage”, en 1999, Esteban y Juan José Ibarretxe cada vez se prodigan menos en nuestras salas de cine. En esta ocasión se han decidido por rodar en digital para ahorrar costes, con poca producción. Los hermanos Ibarretxe utilizan muchas referencias cinéfilas y narran la historia de un guionista en horas bajas, su novia lo ha dejado, cada vez está más gordo. De modo fortuito, será testigo de un atraco y le verá la cara a uno de los atracadores. Su vida se complicará cuando el atracador contacte con él para que no cante, traben cierta amistad y le lleve a un lupanar donde conocerá a una chica que le cambiará la vida.
“Un mundo casi perfecto” tiene algunas buenas ideas, pero no las acaba de saber aprovechar. Todo se ve bastante forzado, los personajes no acaban de funcionar, de modo que pocos gags funcionan y además hay cierto distanciamiento con el espectador. Lo mejor del film sucede en los últimos quince minutos. Hay momentos demasiado tópicos y escenas demasiado alargadas. Además el film tal y como está planteado habría necesitado más financiación. Hay demasiadas sub tramas y algunas no demasiado bien resueltas. Se usa en exceso el posible factor sorpresa de las cosas que imagina el protagonista.
Lo mejor de la función recae en alguno de los actores. Fundamentalmente en el protagonista, Javier Merino, que ya destacaba en la serie de TVE “Pelotas”, donde encarnaba al dueño del bar de la Unión, el equipo de fútbol. Merino mantiene en todo momento el tipo y es el que se luce más. También en una breve aparición destaca Javivi. Álex Angulo está algo exagerado al estilo de su personaje en la serie de TV “Hermanos y detectives”. Antonio Dechent luce cuando es decididamente chulo y macarra, pero se le ve algo forzado en varias escenas, probablemente por culpa del guión.
Estamos ante una película con momentos ingeniosos y que se puede ver, pero que le falta ritmo, densidad y en su trayecto llega a ser previsible. Eso sí, el final es original y demuestra que sus creadores tienen cosas que decir.
José López Pérez