Hace unas semanas pudimos entrevistar al cortometrajista Daniel Noblom que ganó con “No apto para menores” el premio de El Blog de Cine Español al mejor cortometraje del Festival de Tarazona. De su corto, de por qué se dedica al cine y del mundo del cortometraje hablamos en esta entrevista. Espero que os guste.
– Para empezar, ¿cuéntanos de dónde viene tu pasión por el cine y cuándo decidiste estudiar y dedicarte a esta profesión tan complicada?
La pasión me viene de siempre; creo que es una profesión que o te viene de forma vocacional o no vas a durar mucho en ella, por todo el esfuerzo y persistencia y frustraciones que exige pasar. Pero es cierto que no fue mi primera opción de estudios: tras el bachillerato estudié Publicidad y Relaciones Públicas, tal vez por aquello de estudiar algo “serio” y que tenga salidas pese a que lo que me interesaba de ello ya era la parte de la escritura y la creatividad. Aun así, estando ya en último curso decidí probar con eso del cine, y tras licenciarme decidí estudiar un año de guion… que se acabaron convirtiendo en tres de dirección y fueron la convicción de que es a esto, y a nada más, a lo que quiero dedicar mi vida. Y pese al miedo que da el no tener un plan B, creo que es la única forma de afrontar esta carrera, porque si no ese plan B siempre será menos frustrante y más fácil de conseguir, de modo que acabarás acomodándote.
– Este año con tu cortometraje “No apto para menores” no paras de recibir reconocimientos como, por ejemplo, (risas) el Premio de El Blog de Cine Español al mejor cortometraje en el Festival de Tarazona, ¿cuántos galardones y selecciones lleva ya tu corto?
Hemos estado en 57 festivales de todo el mundo y hemos obtenido 24 premios en 15 de ellos, aunque algunas de estas selecciones son de festivales que debido a la pandemia se van a celebrar en 2021, o sea que aún podemos esperar recibir algunos premios más. De hecho, varios festivales a los que nos habíamos inscrito no se han celebrado y nuestra inscripción sigue siendo válida para el año que viene, así que esperemos que a lo largo de 2021 aún podamos seguir teniendo unas cuantas buenas noticias.
– Si no me equivoco ya tienes el mínimo requerido para estar entre los finalistas en los próximos Premios Goya, ¿no?
Así es. Además de en Tarazona, estuvimos en el Festival de Cine Independiente de Elche, que también es calificador de los Goya, y en el Edmonton International Film Festival de Canadá, que es calificador de los Premios Oscar. Nada mal teniendo en cuenta que se trata de un corto de género, parodia del cine negro y basado en un cómic, tres elementos que no acostumbran a verse en los grandes premios. Por ello, creo que sería doblemente meritorio terminar nuestro camino en los Goya de 2021, (ya que por fechas del festival de Edmonton no llegamos a la inscripción de este 2020), donde no es habitual ver cortos de este estilo.
– “No apto para menores” se trata de tu primer trabajo que cuenta con un guion adaptado, ¿por qué tomaste esta decisión?
Es una buena pregunta, porque aún hoy a veces me pregunto lo mismo. Aunque escribo y dirijo a partes iguales, siempre he dicho que si me pones una pistola en la frente y me haces elegir entre la disciplina del guion y la de la dirección, me inclinaré por el guion. Mi último corto (actualmente en postproducción) vuelve a ser un guion original mío y de momento “No apto para menores” queda como una rara avis en mi filmografía. Disfruto armando una historia de cero, creando personajes y situaciones y giros, y además me encanta coescribir con otros directores. Y de pronto aquí me tienes, dirigiendo y autoproduciéndome un corto basado en un cómic, en una historia ajena. Empecé a leer el cómic “BCN Noir” simplemente por gusto y por buscar inspiración, ya que me encanta el género negro y creo que la ciudad de Barcelona da mucho juego para ello, pero cuando llegué al fragmento escrito por Giovanni di Gregorio e ilustrado por Jordi Pastor, decidí que ni inspiraciones ni nada: quería llevar eso mismo a la pantalla, porque tenía un lenguaje que iba a ser muy jugoso para pasar al lenguaje cinematográfico. También conecté de inmediato con el estilo: con su humor, con la provocación, con cómo juega con los clichés del género… Mucha gente cercana me dice que el corto es “muy mío”, y les sorprende que sea una adaptación cuando lo descubren: Jordi y Giovanni me dieron libertad total para hacer los cambios que considerara, pero gran parte de lo que se ve ya estaba en sus páginas. Supongo que al final todo se resume en querer contar una buena historia, y si esta no nace de ti pero sientes esa conexión cuando se cruza en tu camino, sabrás hacerla tuya igualmente.
– ¿Cuánto te costó levantar la financiación de este corto y en cuántos días lo rodaste?
Rodamos en tres jornadas, que para un corto de seis minutos puede parecer bastante, pero hay que tener en cuenta que rodábamos con niños, que no pueden hacer jornadas de trabajo tan largas como los actores adultos, y en tres localizaciones distintas. Dos de esas tres localizaciones, además, eran en pleno barrio del Raval de Barcelona, con un permiso de rodaje que no nos permitía cortar las calles y por lo tanto teníamos que adaptarnos al entorno de nuestro alrededor. Un entorno que, dicho sea de paso, en ocasiones era algo así como estar en la jungla con un machete y sin mapa. Así que en realidad lo que hicimos fue asegurar el tiro optando por una jornada por localización.
En cuanto a la financiación, salió toda de mi bolsillo, cosa que no significa que el presupuesto sea lo que yo invertí. El nivel de producción está por encima, ya que, por ejemplo, gran parte del material y los recursos salieron de la productora Grilled Cheese Studio y de ECIB, mi antigua escuela de cine, que nos echó una mano cediéndonos material y su plató para la jornada de interiores.
– Normalmente se dice que no se debe trabajar ni con niños ni con animales en cines, pero tú en este caso no has hecho caso, ¿cómo fue rodar con niños de 5 años?
Fue toda una experiencia, absolutamente diferente a trabajar con actores profesionales. Un niño no actúa; un niño es. Teníamos la ventaja de que sus actings eran mínimos, y al ser todo el corto en voz en off el rodaje era prácticamente de cine mudo y podíamos hablarles y darles indicaciones para que expresaran lo que queríamos. Para las emociones más complicadas teníamos a Nerea Jordana como coach infantil, que hizo un trabajo estupendo sobre todo con Gael Cárdenas, el protagonista, que por razones lógicas es quien “sufrió” más tiempo de rodaje y quien tenía más riesgo de cansarse y decidir que ya había tenido suficiente [risas]. El resumen es que trabajar con niños nos hizo sudar más de lo habitual, pero eso formaba parte del reto. Porque de eso se trata, ¿no? De que en cada proyecto te enfrentes a algo nuevo.
– Para terminar, recomiéndanos el visionado de algunos cortos nacionales que te hayan llamado mucho la atención en los últimos años.
Te voy a decir cuatro solo de este último año, y aún así tengo que contenerme para que no sean más: con todos ellos he coincidido en algún que otro festival y creo que merecen atención por diferentes motivos. El primero es “Nunca te dejé sola”, de Mireia Noguera: Mireia es una virtuosa de la cámara y tiene un proyecto con una factura pocas veces vista en cortos. Si hablamos de poder visual también tengo que mencionar “Hopes”, de Raúl Monge: en blanco y negro y sin una sola línea de diálogo, es una experiencia audiovisual muy absorbente y ante la que vale la pena plantarse delante sin saber nada. “Sonrisas”, de Javier Chavanel, me encantó desde la primera vez que lo vi: empieza como una comedia, acaba como terror y hace parecer sencillo algo que no lo es en absoluto. Y por último, “Horrorscope”, de Pol Diggler, es una propuesta muy original que comparte con “No apto para menores” el nacer como pura explotación de un “high concept” que consiste en coger un género (en su caso, el terror) y repasar sus clichés para crear un comedia negrísima.