Interesante debut del aclamado cortometrajista David P. Sañudo, que sorprende con un drama familiar que se apoya en una gran interpretación protagonista. De haber justicia en el sector cinematográfico, Patricia López Arnaiz debería ver recompensado su trabajo en la temporada de premios.
Vitoria, 2009. Después de los altercados en su barrio debido a la inminente expropiación de algunas viviendas, Lide, madre joven que trabaja como vigilante en las obras del tren de alta velocidad, descubre que su hija adolescente, Ane, ha desaparecido. Lide, junto a su exmarido, comenzará no solo a investigar el paradero de su hija, sino también a adentrarse en su mundo y a darse cuenta de que ha convivido junto a una desconocida.
El principal pilar de “Ane” y lo que hace obligatorio su visionado es la interpretación de la gran Patricia López Arnaiz. Se destapa como una grandísima actriz que sí o sí, ha de tener más oportunidades en el cine de los próximos años. No solo está inmensa en las escenas de más nerviosismo, también en las que requieren de mayor temple y, sobre todo, brilla en pequeños detalles: silencios, miradas, respiraciones, que hacen que el espectador no pueda apartar la mirada de ella.
El resto del elenco está bien y acertadísimo, pero no pueden hacer otra cosa que orbitar alrededor de la gran protagonista de la función. Aun así, Jone Laspiur está entrañable; demuestra muy bien la flaqueza de una chica que siempre lleva la coraza puesta. Y también es de elogiar la capacidad de Mikel Losada de hacer grande un papel que goza de pocos minutos.
Por su parte, la dirección de David P. Sañudo es notable y no se aprecia ningún rasgo típico de los debutantes. Al contrario, demuestra dominar el lenguaje audiovisual: es la emoción y no la acción lo que dicta el comportamiento de la cámara.
Y entonces, si aparentemente todo está tan bien, ¿por qué “Ane” no es una gran película?
Pese a que la historia es apasionante y los hechos parecen orgánicos, el principal problema del film radica en la estructura. Sin hacer spoiler, la pregunta dramática del conflicto se responde en mitad de la película, y desde ese momento, el guion divaga y en más de un momento amenaza con perderse por los cerros de Úbeda. El buen hacer de las actrices y la aparente naturalidad de los hechos tratan de salvar el asunto, pero es difícil que cuando llegue el clímax el espectador no haya desconectado hace rato. No es un problema de ritmo -al contrario, no se hace aburrida-, pero es que, sin hilo narrativo, es fácil perder el interés.
Con todo, es una de las mejores óperas primas que han despuntado en el cine español de los últimos años. Las relaciones entre los personajes están muy bien trabajadas y la información se dosifica de manera ejemplar, realmente es un disfrute acompañar a esta madre en su búsqueda. La película tiene muy buena factura y consigue que el espectador se sienta a ras de suelo, ahí, en medio de la acción, y eso, en una historia tan emocional como es una madre que desea conocer y reconectar con su hija, se hace imprescindible.
“Ane” es una película más que disfrutable y recomendable. Cualquier cinéfilo se sentirá comprometido a seguir de cerca la obra del director David P. Sañudo, un cineasta destinado a darnos muchas alegrías más.
Nota: 6, 5
Una crítica de Toni Sánchez Bernal