Doce años después de su ópera prima, Ventura Durall regresa a la ficción con “L’ofrena”, una propuesta interesante e impregnada de cierto misticismo que te acompaña hasta un desenlace tan intrigante como desolador.
Violeta recibe la visita de Rita, la mujer de Jan, un amor de adolescencia que marcó su vida después de abandonarla. Violeta descubre que la visita de Rita es el primer paso de Jan para intentar reescribir su historia.
A priori, la trama de la película puede parecer la clásica historia de dos exnovios que se reencuentran años después de su ruptura, cada uno con una vida hecha, y vuelve a surgir el amor entre ellos. Sin embargo, “L’ofrena” presenta un revulsivo, el personaje de Rita (la actual esposa de él), que lejos de interponerse entre la pareja protagonista, es quien persigue el reencuentro.
El principal atractivo de la película es su elenco protagonista. El director vuelve a confiar en su actor fetiche, Álex Brandemühl, que demuestra una vez más la enorme presencia que tiene. Aporta un halo de misterio y carisma en cada una de sus acciones, y sabe ceder el protagonismo, cuando debe, a su partenaire en la historia, Anna Alarcón. La actriz está enorme y emociona hasta poner la piel de gallina en sus numerosas escenas introspectivas. Qué bonito es verla a ella sola, simplemente rumiando.
Respecto a su marido en el film, Pablo Molinero derrocha simpatía en un papel que fácilmente podría haber resultado plano. Pero en sus manos, no. Es enternecedor ver y sentir el amor que desprende hacia su esposa en cada uno de sus planos.
Pero si hay alguien que brilla especialmente en la película, es Verónica Echegui. Será una injusticia si no consigue al menos estar nominada a mejor actriz de reparto. Tiene una escena (sin spoilers, pero sabréis cuál es al ver la película) que es para quitarse el sombrero, ponerse en pie y aplaudir en plena sala de cine. Está grandiosa, y punto; es uno de los grandes momentos que ha dado el cine español este año.
Con este cóctel de interpretaciones tan acertadas, Ventura Durall se dedica a mostrarnos los rostros de sus actrices y actores sin artificios ni sentimentalismos baratos. De hecho, dirige con un toque François Ozon que eleva el conjunto y el espectador no solo se emociona, también se intriga. Habrá quien encuentre en el tercer acto de la película, cierta inconcreción o incluso cobardía, pues sin lugar a dudas, es una historia que invita al debate. Algunos pensarán que el guion debería haber dado un paso atrás y otros que debería haber sido más valiente. Aun así, no se atisba duda alguna en Ventura Durall que en todo momento tiene bien claro el rumbo a seguir.
Con todo, tiene un estilo autoral tan marcado que, siendo una buena película, “L’ofrena” no está destinada al gran público. Su estética y emoción interpela directamente al espectador que huye del contenido mainstream para sumergirse en historias profundas, sinceras y arriesgadas.
Nota El Blog de Cine Español: 7.
Una crítica de Toni Sánchez Bernal
