Tenía muchas ganas de ver la película El patio de mi cárcel, de Belén Macías, porque no me explicaba que con tantas buenas actrices haya pasado por la taquilla española con una paupérrima recaudación.
El patio de mi cárcel está basada en el hecho real de la formación de un grupo teatral en la prisión de Yeserías en los años 80 siendo la mayor parte de las reclusas jóvenes drogadictas.
Podríamos decir que El patio de mi cárcel es una película coral con demasiados personajes sobre los cuales no conocemos nada de ellos ni por qué hacen lo que hacen. Así, Verónica Echegui interpreta a una joven yonki que, cuando está fuera de la cárcel, se dedica a atracar bancos, como al principio de la película, con la escena de la abuelita que, aún estando con un arma en la cara, se dedica a sermonear a la atracadora en un momento poco creíble y que hace, desde el principio, no confiar demasiado en este film.
Aunque esta película sea conocida por, según algunos críticos, la excelente interpretación de yonki de Verónica Echegui para mí es superada, y por mucho, por la veterana actriz Ana Wagener, que interpreta a una mujer gitana que asesinó a su marido cansada de los malos tratos que recibía. Su actuación y acentuación fue premiada con una nominación a la mejor actriz revelación premio que, finalmente, no fue para ella. Respecto a esta nominación en la categoría de actriz de revelación es poco de risa cuando Ana Wagener lleva trabajando en cine desde el año 2000 en la película El Bola.
Las idas y venidas a la cárcel de Verónica Echegui no acaban de cuajar porque, en un principio, al no conocer datos de su vida, no sabemos por qué se empaña en joder su vida y acabar en la cárcel teniendo una hija y un familiar fuera que le quieren y tiene una vida decente.
Por otra parte, Candela Peña, como la funcionaria de funciones empeñada en luchar por su grupo de teatro luchando hasta con sus compañeras es, también, uno de las mejores interpretaciones de la película.
Por lo demás, es una película aceptable, que no aburre, pero hubiera sido mejor si el espectador empatizará más con las historias de las presas.
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