ENTREVISTA AL ACTOR MANOLO SOLO: “CUANDO GANÉ EL GOYA TENÍA ALGO MEDIANAMENTE PREPARADO, PERO LA SITUACIÓN ME SOBREPASÓ POR COMPLETO. NO HE QUERIDO VOLVER A VER ESE MOMENTO GRABADO. ME DA VERGÜENZA”

Hoy tengo el placer de publicar mi entrevista realizada al actor Manolo Solo, un gran actor, uno de los secundarios clásicos de nuestro cine, que se merece de una puta vez que le den un personaje de protagonista, el cual se ha abierto completamente en sus respuestas permitiéndonos conocer mejor al Manolo Solo actor y sobre todo persona.

No os perdáis esta entrevista al actor Manolo Solo:

– ¿Cómo está siendo el día a día en este confinamiento de Manolo Solo?

– Pues depende del día. Hay días y días, hay altos y bajos, pero está siendo duro porque las limitaciones y la incertidumbre son muchas y no me es del todo fácil afrontarlas. La falta de actividad laboral y las difusas perspectivas al respecto tampoco ayudan. Pero también me considero una persona con suerte porque aunque como a todos esta crisis me ha trastocado y alterado los esquemas, no tengo problemas graves de salud o subsistencia. Estoy bien de salud, así como las personas a las que quiero. Básicamente intento hacer rutinas para no pensar demasiado y no angustiarme en consecuencia -aunque no siempre las cumplo a rajatabla- y que incluyen tener la casa lo más decente posible, salir a hacer la compra una vez por semana, cocinar y alimentarme lo mejor que puedo, estar en contacto con familiares y amigos, tocar el bajo o la guitarra, leer, escuchar música, pasear ahora que se puede, ver cine o series…

– ¿Crees que las salas de cine sobrevivirán a este nueva crisis a la que se enfrenta?

– Ojalá, pero la evolución a la baja de la exhibición tradicional en los últimos tiempos y el peso -y volumen- creciente de las plataformas digitales que minimizan costes y multiplican ganancias pueden acabar arrinconando más a la exhibición en salas. Y ahora, encima, “esto”. Ya me gustaría equivocarme, porque pocas cosas me gustan más que disfrutar de una buena película en una sala de proyección. Por cierto, cerca de mi casa se estaban ultimando justo antes de “esto” las obras para la inauguración, prevista para mediados de marzo, del cine Embajadores, dirigido a la exhibición de cine independiente. Me ilusionó el enterarme en principio y luego me dolió que a una iniciativa tan loable “le crecieran los enanos” sumándose la mala suerte de esta “plaga bíblica” a la dificultad que conlleva de por sí abrir una sala de cine independiente. Les deseo toda la suerte del mundo porque la van a necesitar. Si consiguen abrir, allí estaré.

– Eres licenciado en Ciencias de la Educación por lo que cuéntanos cómo acabaste en el mundo de la interpretación.

– La interpretación ha sido mi pasión desde que era un renacuajo. Fui “torciendo” mi voluntad porque creo que lo que se esperaba de mí no era que me dedicara a una profesión tan “complicada”. Los estudios de Pedagogía -aunque mi primera opción universitaria hubiera sido el Periodismo- solo fueron un desvío temporal de mi verdadera vocación. También una fuente de experiencias vitales que son valiosas para cualquier actor.

– Eres uno de los actores secundarios clásicos de nuestro cine, con más de 30 películas en tu filmografía, pero si tuvieras que quedarte con sólo tres de ellas, ¿cuáles serían y por qué?

– No me gustan las listas, los “hit parades”. En ningún campo. Tampoco en lo que se refiere a mi trayectoria porque todas los proyectos en los que he trabajado me han aportado algo y yo he intentado hacer lo propio, pero ya que me obligáis:
El corto “Bailongas” de Chiqui Carabante: porque fue el trampolín inicial de mi carrera cinematográfica.
El Laberinto del Fauno, porque rodándola me sentí a veces como el niño que fui, que se soñaba -demasiado a menudo- viviendo dentro de una película de género fantástico o de aventuras.
B de Bárcenas. Porque fue una película que tuvo que luchar contra muchas dificultades, y que finalmente consiguió levantarse gracias al tremendo esfuerzo solidario de muchas personas. También porque lo que contaba merecía mucho la pena contarlo y, por qué no decirlo, porque me nominaron a un Goya y porque, por una vez, se me daba cancha y me sentí actor protagonista.

– Misma pregunta pero sobre las numerosas series en las que has participado.

– De “Hermanos y detectives” guardo un recuerdo muy cariñoso trufado con la tristeza de la desaparición de Paul Lostau, uno de mis compañeros más cercanos del reparto entre el rodaje de la 1ª y la 2ª temporada. También porque me hace acordarme de Álex Angulo, a quien apreciaba mucho y que ya tampoco está con nosotros. “La Peste”, por trabajar en mi ciudad rodeado de tantos y tan buenos amigos. Y “30 Monedas”, porque es lo último que he rodado, disfruté mucho con mi personaje y ha sido mi primera experiencia en el género fantástico a nivel series (y mi segunda codo a codo con Eduard Fernández, un gran referente para mí de la profesión).

– Has estado nominado dos veces al Goya, por “B, la película” y “Tarde para la ira”, y, curiosamente, en la primera aparecías mucho tiempo en pantalla mientras que en la ópera prima de Raúl Arévalo solo en unos 6 minutos, ¿cómo construiste este personaje y su voz que caló tanto entre los espectadores porque te quedabas en la retina y memoria de los mismos a pesar de ser un personaje breve?

– Fue un ejercicio de supervivencia. Se me ocurrió buscando desesperadamente una manera de conseguir creerme mínimamente a mí mismo como un personaje con una vida arrastrada y dura en un entorno de marginalidad y delincuencia. Empecé con el acento -con el de barrio de extrarradio madrileño me sonaba falso a mí mismo- y de inmediato se me ocurrió la disfonía. Luego Raúl me ayudó a pulirlo y sobre todo me dio una confianza sin la cual no hubiera sido posible salir mínimamente airoso de la empresa. Todos los equipos (cámara, sonido, montaje, mis compañeros actores…) me brindaron también una ayuda inestimable.

– Acabo de revisionar el vídeo del momento de la gala en que dijeron tu nombre como ganador del Goya a mejor actor de reparto y a la hora de subir a recogerlo, como tú bien decías en tu discurso, se te nota conmocionado, ¿no tenías preparado un discurso?, ¿pensabas que no lo ibas a ganar?, ¿cómo viviste ese momento?

– Con conmoción más que con emoción, como tú dices. Sí que tenía algo medianamente preparado, pero la situación me sobrepasó por completo. No he querido volver a ver ese momento grabado. Me da vergüenza. Creo que es difícil hacerlo peor, pero…tengo que perdonarme y aceptar que ese desastre también soy yo y forma parte de mi encanto. Espero conseguirlo.

– El gran público desconoce que eres también un gran conocido actor de doblaje trabajando en series tan conocidas como “Dragon Ball Z”, donde ponías tu voz a varios personajes, o “Rex, un policía diferente”, ¿cómo empezaste a trabajar en esto y, por otro lado, no crees que lo hacéis tan bien que luego el público se queja de que a los actores españoles no se les entiende a veces en las películas y series? (risas).

– Bueno, aunque lo último que he hecho -y ya hace tiempo- es un villano de las últimas temporadas de Dragón Ball, es cierto que yo he doblado mucho. Siendo yo un joven proyecto de actor de teatro -el cine era entonces para mí una galaxia demasiado lejana- allá por el año 89 hice un curso de doblaje en Sevilla por ver si aquello me podía ayudar a ganarme la vida o complementar los escasos ingresos que ya empezaba a conseguir con mis primeros trabajos en las tablas. Y ahí empecé, poco a poco, desde abajo, desde personajes muy pequeños hasta, con los años, acabar abordando mejores papeles, ajustando traducciones e incluso dirigiendo. Tengo un gran respeto por el mundo del doblaje nacional y un especial cariño a mis compañeros del colectivo de Sevilla con los que, sobre todo durante una época, compartí una actividad que fue fuente de disfrute y base de mi sustento. Aun así hay quienes piensan -y me lo han expresado con cierta crudeza, por no decir saña- que esto no es compatible con que yo confiese que no soy partidario del doblaje, que no veo cine doblado -salvo en animación, en algunos casos- desde hace muchísimo porque creo que la voz de un actor es una parte fundamental de su interpretación y porque sostengo que el doblaje ha contribuido en cierta manera -aunque sus profesionales no son los responsables- a reforzar la hegemonía de la industria cultural norteamericana en perjuicio de la nuestra y al bajo nivel de interés en el aprendizaje en lenguas extranjeras en nuestro país. Sé que esta dualidad puede parecer incongruente o de “fariseo” como algunos me han llamado. Para mí no. Soy un ser humano, y como tal susceptible mantener polaridades y contradicciones.
Respecto a la última cuestión, creo que la buena dicción que se les exige a los actores de doblaje puede acarrear, aunque para nada digo que en todos los casos, el riesgo de transportar al cine un “tono de doblaje” con un cierto toque de impostura. Pero por otro lado también creo que muchos actores de cine y televisión de nuestros días adolecen de poca o nula formación actoral y su escaso control a nivel de articulación vocal hace a veces difícil que se les entienda.

– También eres un gran seguidor del mundo del cortometraje o al menos sigues colaborando en ellos, no digo trabajar porque ya sabemos que la mayoría de las veces se ruedan con tan poco presupuesto que no se cobra por ello, ¿qué te lleva a seguir aceptando participar en cortometrajes?

– Amo el mundo del cortometraje. Participar en cortos fue mi escuela de cine, mi banco de pruebas, mi laboratorio, y mi plataforma hacia el cine y el audiovisual en otros formatos y hacia la posibilidad tanto tiempo soñada de poder vivir de mi trabajo. Sin los cortos no sería quien soy profesionalmente. Es verdad que he hecho tantos que ya no me ilusiona tanto rodarlos como en otros épocas, pero sigo sin poder resistirme a un guión redondo en este pequeño formato o a un personaje potente, con peso y matices, de los que raramente me ofrecen en el cine ”grande”. De hecho, últimamente he tenido el placer de participar en “A la cara”, del fabuloso tándem Javier Marco y Belén Sánchez Arévalo, y “Yo”, de Begoña Aróstegui con producción de Fernando Franco. Y lo he gozado, y en ambos casos he cobrado, por cierto.

– Y seguimos con el Manolo Solo polifacético porque sabemos que has formado parte de varias bandas de música, desde tu adolescencia, y has llegado a participar en algunas BSO de largometrajes, documentales y cortometrajes.

– Sí, bueno. Es cierto que he dicho en alguna entrevista que yo quise ser músico y acabé siendo actor. Pero la realidad es que yo siempre me sentí actor, luego intenté -con pasión, eso sí- ser músico y al final la vida me puso en mi sitio. Creo que de haber acabado en la música todos hubiéramos salido perdiendo. Pero eso sí, como soy un ser muy envidioso, los músicos me dan envidia. Bueno, no todos, la verdad.

– Nuestra pregunta típica final, ¿películas españolas que recomiendas a nuestros lectores y cuál es la película española que más veces has visto?

– ¿Tengo límite? Pues, casi todas de las de Berlanga; Los santos inocentes; La Caza; La trinchera infinita; En construcción; Mensaka; El cochecito; Los otros; El crimen de Cuenca; La niña de tus ojos; Amantes; Amanece, que no es poco; La vida mancha; Smoking room; Vete de mí; El extraño viaje; After; Viaje a ninguna parte; El Sur; El Reino; Estiu 1993; La vaquilla; Familia; El Crack; Tarde para la ira; El día de la bestia; Mujeres al borde de un ataque de nervios; Viridiana; El desencanto; 9 cartas a Berta; Furtivos; La próxima piel…Y podría seguir.
La película española que más veces he visto creo que es El Verdugo, de Luis G. Berlanga.

Fotos: Tony Matey.

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