Hay películas en las que la idea principal es el poder motor del conjunto. El hoyo, ópera prima de Galder Gaztelu-Urrutia, forma parte de ese tipo de cine en que la premisa es su principal baza y su desarrollo es preso de la fuerza dominante. Esa esencia es la fuente de la que emanan sus imágenes y su resultado depende también de la ejecución hasta el final de esa propuesta.
Un personaje despierta en un zulo de hormigón junto a un desconocido. No tenemos más información que esa y mediante el diálogo que establecen los dos sujetos iremos descubriendo como funciona esta distopía social situados en un artefacto manejado por una administración de la que tampoco tenemos información y que organiza a los habitantes de este lugar por niveles, con dos vecinos por planta y en el que una plataforma móvil dispensa comida de arriba abajo. Una alegoría de la diferencia de clases que pone en el disparadero dicotomías y dilemas que los personajes irán afrontando a medida que el film avanza.
A su vez el espectador irá reconociendo y aceptando como propios debates morales, sociológicos y religiosos que los guionistas ponen ante la mesa con gran ingenio expositivo.
La potencia de su discurso es alterada en ocasiones por nudos argumentales en los que la hipótesis se torna más obvia pero es superada por nuevas situaciones de peligros que mantienen al espectador en todo momento atento y alerta ante siguientes niveles que podrían evidenciarse como monótonos pero que el guion se las ingenia para resultar reveladores y sugerentes.
La película crea su propio universo y sus normas sensoriales que cercan de manera brillante las posibilidades de producción del filme. Un uso del diseño escenográfico acertado que sitúa a los personajes de manera inmediata y minimalistas recursos visuales que dotan a la película de una eficiente verosimilitud clara y directa.
Solventa algún agujero narrativo con virtuosa visceralidad. Coquetea con el terror más gráfico y gore que nos lleva a referencias explícitas como Cube de Vincenzo Natali o incluso a la saga Saw yendo más lejos con su parábola hiperbolizada sobre el bien y el mal y las pirámides sociales.
Protagonizada por Iván Massagué que realiza uno de sus mejores trabajos mediante una interpretación física que supone para el actor un cambio de registro. Uno de los personajes más memorables es el interpretado por Zorion Egileor y junto a ellos Antonia San Juan que derrocha rotundidad escénica en sus apariciones.
El hoyo ha significado uno de los títulos imprescindibles del cine español de 2019. Supuso una sorpresa en el festival de Toronto, donde ganó el premio del público en la sección en la que participaba: “Midnight Madness”. Después arrasó en el festival internacional de cine fantástico de Sitges donde ganó el premio a la mejor película, a la mejor dirección novel y a los mejores efectos especiales.
El director decide dejar el final en un limbo que reflexiona sobre el vacío y sobre su propio mensaje que le otorga a la película un carácter deliberadamente metafórico sobre la demencia de nuestro mundo que podemos afirmar fehacientemente no dejará indiferente a nadie.
Nota El Blog de Cine Español: 8
Chema López