Tras la estupenda El reino, Rodrigo Sorogoyen vuelve a las carteleras con Madre, partiendo de su laureado cortometraje para desarrollar la historia de Elena, una mujer que vive desde hace diez años en la costa francesa, varada en la playa donde perdió a su hijo de seis años. Durante los primeros dieciocho minutos, Sorogoyen reproduce al completo su espléndido y premiadísimo corto, el cual llegó incluso a ser candidato al Oscar, volviendo a sacudirnos con su manejo de la tensión y su ritmo milimétrico corresondiente a un thriller psicológico casi perfecto, consiguiendo que volvamos a mordernos las uñas pensando qué puede pasar a continuación.
Nada de ello va a ser lo que esperamos, el director de alguna manera nos deja con las ganas en un “coitus interruptus” ofreciéndonos algo totalmente distinto. Una reflexión sobre una mujer anclada en un trauma, una tesis sobre el duelo y el círculo vicioso de un pensamiento recurrente que no deja avanzar y que nuestra protagonista (con total lógica) es incapaz de aceptar y ni siquiera puede plantearse la superación de su pérdida.
Un drama contenido y un retrato de la inercia que provoca el abatimiento y el desaliento del dolor que se instala en un lugar anexo que no podemos dejar atrás. El ancla que nos impide continuar pero nos conecta con un lugar, esa playa que es el último vínculo que le queda con su hijo.
El director de Que dios nos perdone nos sorprende con un cambio de registro, alejado de la testosterona de su vigoroso músculo como realizador y vuelve a la calma chicha de una olla exprés que parece que siempre está a punto de explotar que ya nos enseñó en Stockholm. Sólo que ésta vez nos priva de esa explosión retando al espectador a empatizar con una historia que ya nos tenía ganados pero con recursos mínimos. Con una crudeza nueva y una sequedad evasiva muy fría pero siempre atrayente.
Para cerrar ese círculo de continuidad infinita y depresora la película lleva a Elena a un nuevo, balsámico y peligroso estímulo mediante el conocimiento del personaje de Jean, interpretado por el joven Jules Porier. Un nuevo abanico de posibilidades que el film explora sin llegar a conclusiones obvias dejando siempre que el espectador complete su percepción sobre las estancadas aguas de esta playa sujetada por el dique del hundimiento emocional.
Marta nieto sale a flote en todo momento con uno de los protagonistas femeninos más interesantes del año, pasando por diferentes estadíos anímicos con un conocimiento total del material con el que está trabajando y una conexión brutal con su personaje. En ocasiones me hizo recordar a la maravillosa Maribel Verdú de Y tu mamá también de Alfonso Cuarón, sabiendo que no tiene nada que perder y dejándose llevar irremediablemente por la corriente de lo que va sucediendo ante su cuerpo a la deriva.
Si hay un pero que delate al film es el juego del director con nuestras expectativas (algo de lo que me temo que ni director, ni espectador son culpables), y esa cierta superioridad incómoda que imprime en sus fotogramas. Lo que nos entrega a cambio es sumamente sugestivo, pero no hay manera de que el visionado de esta cinte resulte satisfactorio ya que supone un farragoso esfuerzo para el público que esperaba algo distinto tras su exultante prólogo.
Presentada en el festival de Venecia, en la sección Orizzonti con el premio a la mejor actriz bajo el brazo. Madre está a medio camino entre la genialidad y la “troleada” del año, pero es a todas luces un título imprescindible para el cine español de 2019.
Nota: 6.
Chema López
Marta Nieto va a pelear fuerte por el Goya a mejor actriz.
Off topic. Buenafuente presentador de los Goya casi seguro.