El pasado 30 de agosto llegó a las pantallas españolas la nueva película de Paco Plaza, su regreso a la cartelera tras “Verónica”, la cinta de terror vallecano que en poco tiempo ha adquirido cierto estatus de película de culto. En esta ocasión, con “Quien a hierro mata”, el director valenciano apuesta por el thriller dramático con sabor gallego. El turbio ambiente del narcotráfico en Galicia parece estar inspirando a nuestra industria, tras la emisión de exitosas series televisivas ambientadas en este entorno. La versión buena (“Fariña”) y la mala (“Vivir sin permiso”) que vimos el año pasado han sentado precedente a abordar el peliagudo tema para la gran pantalla en un proyecto ambicioso.
La película supone un paso adelante para Plaza como realizador, con una puesta en escena imponente y muy trabajada, y ritmo ágil, demostrando su buen manejo de la tensión. Plaza se atreve con un ejercicio de estilo que no siempre funciona (ay, esos flashbacks), pero que consigue atrapar según la maraña se va enredando.
Los puntos fuertes de la cinta vienen a través del duelo interpretativo entre sus dos protagonistas masculinos. Luis Tosar, en un registro contenido muy similar al que le vimos en su colaboración con el eterno amigo de Plaza, Jaume Balagueró, en “Mientras duermes”, logra transmitir el descenso a los infiernos de su personaje a través de silencios y miradas, hasta conseguir hacer creíble un plan que roza lo kamikaze. Enfrente tiene a Xoan Cejudo, un semidesconocido intérprete que falleció poco después de terminar el rodaje del filme, y que en su último trabajo dio un auténtico do de pecho. Su papel cuenta con las dificultades propias de la movilidad reducida y está repleto de primeros planos, de los que sale muy airoso. Es digno de admirar además cómo humaniza a un personaje despreciable, que es mostrado por primera vez sentenciando a muerte a un hombre con frialdad aterradora tirando de metáfora. Su trabajo a lo largo del metraje nos hace cogerle simpatía progresivamente, culminando con una enigmática sonrisa que desquicia a su enfermero y desconcierta a los espectadores.
Es una pena que tras estos dos potentes personajes, el resto no está a la altura. María Vázquez, a la que apenas hemos visto en cine desde su nominación al Goya doce años atrás, tiene un personaje intrascendente del que poco puede rascar. En cuanto a los dos hijos del narco, Toño y Kike, a veces resultan algo caricaturescos, en una versión parodia de los Charlines, indisimulado referente de los personajes. No obstante, esto no impedirá a Enric Auquer, que interpreta al hijo pequeño, lograr la nominación a actor revelación en la próxima edición de los Goya. Pese a que alterna momentos muy buenos con otros más dudosos, su papel, que aúna transformación física con imitación de un acento ajeno, es suficientemente agradecido como para que la Academia no pueda ignorarlo.
A diferencia de su popular trilogía de “REC” o de “Verónica”, en esta ocasión Paco Plaza no firma el guion de su película, del que se han encargado Juan Galiñanes y el que posiblemente es el guionista más popular de nuestra industria, el prolífico Jorge Guerricaechevarría. En ese libreto escrito a cuatro manos hay detalles interesantes, como la ambigüedad en el retrato de los personajes; nadie es realmente bueno en esta historia y el téorico héroe es el primero que tiene mucho que esconder. Además, hay una decisión en su tramo final llevada a cabo por el viejo Antonio Padín, que sin ser especialmente sorprendente, resulta brillante en concepto y consecuencias en la historia. Por el lado contrario, el guion peca de ser bastante caprichoso, como una trama china confusa y no desarrollada, que es utilizada únicamente como recurso para llevar a uno de los personajes principales a la situación que el guion requiere para poder avanzar. También hay algunos aspectos de credibilidad dudosa o una muerte que se produce de forma chusca y ridícula.
Nada que objetar en cambio a la factura técnica de la cinta. Destaca una hermosa música de Maika Makovski que acompaña con acierto las escenas de la película o una fotografía en la que predominan los tonos rojizos, contribuyendo a definir un ambiente en el que la muerte está en todo momento muy presente.
En definitiva, “Quien a hierro mata” es una película digna y solvente, que se deja ver muy bien, y que gracias a su gran final deja un buen sabor de boca al espectador, pero queda empequeñecida al lado de la impresionante cosecha de thrillers que nos ha dado nuestro cine en los últimos años. “Tarde para la ira” era otra historia de venganza, que rozaba la perfección, y aún está demasiado presente en el recuerdo. En cualquier caso, se agradece una vez la apuesta de Paco Plaza por españolizar géneros tradicionalmente americanos, y que aquí nos deja además reflexiones sobre la vejez, la discapacidad y los efectos del rencor y la venganza. Y por encima de todo, nunca conviene olvidar el refranero español…
Nota: 6
Javier Castañeda
Gran crítica Javi. Coincido prácticamente punto por punto, aunque discrepo respecto a esa agilidad que subrayas. Le cuesta horrores arrancar y creo que los largos primeros planos acaban por ser reiterativos y no siempre aportan.
Por lo demás, es cierto que el novel intercala momentos estelares con otros que chirrían, y él y su hermano resultan caricaturescos. La peli tiene momentazos para enmarcar, es una pena que no termine de explotar y, como dices, hay licencias de guión difíciles de perdonar.