En el Cine Español por Dentro quiero presentaros hoy a la directora del documental “Hammada” que nos lleva hasta África para mostrarnos cómo vive actualmente la población saharaui refugiada en Argelia.
Anna M. Bofarull (Tarragona, 1979), mujer inquieta es licenciada en Humanidades por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, titulada en dirección cinematográfica en el C.E.C. y se graduó como técnico superior en imagen por la Escola de Mitjans Audiovisuals (EMAV). Completó sus estudios de cine en la Université Sorbonne Nouvelle, en París.
J.L.P Preséntate directamente a nuestra audiencia.
Anna M. Bofarull: Siempre me había interesado todo lo que tenía que ver con la cultura, las “letras”, era incapaz de decidir si me gustaba más la historia o la historia del arte, la literatura hispánica o la anglosajona, así que mi salvación fue descubrir que existía algo llamado humanidades. Aunque lo que tenía claro, eso sí, era que yo quería dedicarme al cine, aunque no sabía exactamente qué hacía esa persona llamada director. Cuando en la escuela de cine me quedó claro, supe definir lo que siempre había querido ser: directora de cine o, mejor dicho, “filmmaker”, aquel que hace cine, que crea una película. Esa ha sido siempre mi vocación, sin ninguna duda.
J.L.P ¿Cómo surge el proyecto “Hammada”?
A.B: “Hammada” es mi segundo largometraje, un documental rodado en uno de los campamentos de refugiados saharauis en el desierto, en Dajla. Durante años, cada verano podía leer noticias sobre los niños saharauis que pasaban un par de meses en nuestro país, conviviendo con familias españolas y descubriendo cómo es la vida aquí. Y eso es algo que siempre me fascinó, pensar cómo debía ser el contraste para un niño que se ha criado en el desierto… ¿Cómo debe ser la vida de alguien en el desierto? Y, además, una vida que no se ha elegido, una vida marcada por el hecho de ser refugiado y haber nacido muy lejos de la que es tu tierra. Así que, siguiendo mi curiosidad, decidí coger una cámara y plantarme en Argelia, en los campamentos de refugiados de Tinduf y buscar a una familia que quisiera acogerme y permitirme convivir con ellos para poder descubrir y plasmar con la cámara aquello que para mí era un misterio.
J.L.P También has creado una productora
A.B: KaBoGa es una pequeña productora que Heiko Kraft y yo creamos en 2007. Ambos somos personas muy activas y pasionales, hay historias que nos conmueven y que, de alguna forma, nos “exigen” ser explicadas, son “nuestros proyectos”. Y siempre es complicado, sobre todo cuando empiezas y no tienes aún una trayectoria que te avale, conseguir sumar a otros productores al proyecto. De forma que, cansados de esperar y ver la pasividad de gran parte del mundo cinematográfico, decidimos crear KaBoGa y apostar por nuestras historias. Y así nació “Notes al peu”, nuestro primer largometraje, estrenado en 2009, una historia muy personal que reflexiona sobre cómo nuestro país ha tratado todo lo que tiene que ver con la memoria colectiva y la historia vinculada al franquismo.
J.L.P: Me han sorprendido varias cosas en el documental que están interconectadas ¿ya no hablan nunca en castellano? ¿dá la sensación de que no tienen muy buena imagen de España? ¿las condiciones de vida son tan duras como las muestras? En pantalla casi no aparecen hombres ¿por qué?
A.B: “Hammada” pone en imágenes la vida de Dadah, un niño saharaui nacido en el desierto, como podría ser la de muchos otros niños. Mi interés era poder mostrar al espectador esa forma de vida de la forma más veraz posible, por ello tenía claro que no quería forzar a que hablaran castellano o entrevistarles, sino que quería presenciar su vida, intentando que ignoraran mi presencia. Es por ello que pasé un par de meses viviendo con ellos, consiguiendo así que se olvidaran finalmente de mí y de la cámara y se comportaran con gran naturalidad. El castellano lo utilizan sólo para comunicarse con españoles, pero su lengua es el hasanía, un dialecto del árabe, y esa es la lengua que domina “Hammada”. Además, la presencia de hombres adultos en la película es muy escasa, precisamente porque la vida está compartimentada: las mujeres se relacionan mucho entre ellas, y los niños están siempre alrededor de ellas, mientras que los hombres tienen su vida de forma un poco ajena a ese entorno familiar, de la “haima”, la casa, que es mayoritariamente un ámbito femenino. Respecto a su imagen de España, no es negativa, aunque todo está lleno de matices. Tienen gran estima por los españoles, puesto que los niños son acogidos cada verano por innumerables familias, que luego mantienen un estrecho vínculo con las familias saharauis y son un respaldo económico importante para ellos. Pero de la misma forma, son muy conscientes que su vida en el desierto, una vida forzada, puesto que no están allí por decisión propia sino como refugiados, es fruto de una traición llevada a cabo por el gobierno español –y, muy especialmente, por el rey Juan Carlos-, que en lugar de llevar a cabo un proceso de descolonización sobre lo que había sido una colonia, el Sáhara español, pactó una retirada y la posterior ocupación marroquí, lo que se conoce como la Marcha Verde.
Las condiciones de vida en el desierto son irremediablemente duras, las temperaturas son extremas, en verano se llega a los 50ºC y no hay vida, toda la comida viene del exterior, en forma de ayuda humanitaria –cada vez más recortada, y que no les dura ni 15 días-, casi no hay agua.
J.L.P: ¿Qué futuro le auguras al pueblo saharaui?
A.B: ¡Qué pregunta! Ojalá pudiera decirte que creo que el pueblo saharaui podrá volver muy pronto a su tierra, que podrá disfrutar de la libertad de expresión en un país democrático, inshallah, como dirían ellos… Pero viendo cómo funciona el mundo, donde los intereses creados son tan fuertes y los aliados de Marruecos tan poderosos, tengo muchas dudas de que ni siquiera Naciones Unidas pueda llegar a cumplir su plan de garantizar un referéndum de autodeterminación en lo que hoy en día es un territorio ocupado. Aunque yo exijo que asi sea. Nuestra sociedad no debería permitirse que en el siglo XXI queden aún países que no han terminado su proceso de descolonización, que no puedan ser libres para decidir por ellos mismos.
J.L.P ¿Crees que la cooperación internacional es suficiente? ¿con la crisis disminuirá el apoyo?
A.B: La cooperación internacional siempre va por rachas, en momentos críticos que llegan a los periódicos, la gente se conciencia y presta ayuda, pero cuando las noticias desaparecen, todos nos olvidamos y más ahora, cuando los problemas económicos nos tocan de muy cerca. El tema saharaui hace tantos años que dura que no recibe apoyos nuevos, pero lo que sí es importantísimo es la ayuda prestada por las familias españolas que acogen a los niños cada verano y que son el apoyo personal de las familias saharauis. Con la crisis, es difícil conseguir casa a todos los niños que vienen, pero lo importante es reconocer la ayuda de las muchas familias que siguen haciendo el esfuerzo.
J.L.P: ¿Cuándo rodaste “Hammada”? ¿durante cuánto tiempo?
A.B: El rodaje de “Hammada” empezó en abril 2008 y estuve durante un par de meses viviendo en Dajla, con Dadah y su familia. Ese verano Dadah vino por primera vez a España, a Mont-roig del Camp (Tarragona) y estuve siguiéndole, hasta que regresé con él a Dajla a principios de septiembre, para seguir rodando un par de semanas más. Finalmente, en el montaje final de “Hammada” quedó fuera la parte correspondiente a la vida de Dadah en verano en España, porque de alguna forma restaba fuerza al ritmo y a la vida del desierto, que era lo que más me interesaba y me pareció que era más fuerte la añoranza que vivía la abuela, que seguía en el desierto, mientras el niño estaba a miles de kilómetros.
J.L.P: Tú fuiste la cámara de la película ¿cuánta gente había en el equipo de rodaje?
A.B: El equipo de rodaje fue muy reducido. Como he dicho, “Hammada” surgió como una necesidad, fruto de la curiosidad y de la pasión por llevar historias a la gran pantalla. Pero no disponíamos de presupuesto, así que yo misma llevaba la cámara y Gemma Alias fue la sonidista. Pero lo que podría haber sido una limitación se convirtió en una gran ventaja, porque nos permitió vivir en la misma “haima” de la familia protagonista y la convivencia permitió que pudiéramos captar esa inmediatez que hace de “Hammada” un documental muy especial.
J.L.P ¿Cómo ves el paso de los documentales por nuestra cartelera?
A.B: Cada vez hay más y más películas en nuestra cartelera, aunque todas las películas pasan cada vez de forma más veloz por ella y sólo las que disponen de un presupuesto importante para marketing pueden sobrevivir en esa selva. Los documentales, a no ser que hayan sido coproducidos por alguna televisión, no suelen ser rentables, de forma que se mantienen muy poco y, a veces, no llegan a oídos del público porque no tienen medios suficientes. Gracias a Internet los canales de publicidad y difusión de las películas, y muy particularmente los documentales, está cambiando, de forma que las historias pueden llegar al público, aunque a veces demasiado tarde para poder disfrutarla en una pantalla de cine.
J.L.P: ¿Cómo están actualmente el pequeño Dadah y las mujeres que aparecen en el film?
A.B: Pues su vida sigue igual, Dadah está creciendo y su abuela haciéndose mayor, soñando siempre con el día que podrá volver a su tierra. Yo puede volver a verles durante el Fi Sahara del año pasado, cuando la película se proyectó allí y ellos pudieron verse en pantalla grande. La película resultó tan diferente de cuando se ve en España… Se lo pasaron en grande, viendo a los vecinos y amigos y riéndose.
J.L.P: La visión femenina que muestras contrasta con la que se suele tener en Occidente ¿querías destacar precisamente eso?
A.B: Sí, yo misma fui la primera sorprendida. Piensas en el mundo árabe y crees que las mujeres están encerradas y sólo piensan en religión, y, al menos en el mundo saharaui, la realidad es muy distinta. Las mujeres se cuidan, se maquillan, bailan, y la religión la viven de una forma muy abierta, de repente se apartan a un rincón y se ponen a rezar, su relación con dios es muy íntima y natural.
J.L.P: ¿Cuánto ha costado “Hammada”?
A.B: No lo sé… Es una pregunta que me hacen bastante a menudo, pero la verdad es que no he hecho un recuento de todos los gastos. Siempre he ido haciendo frente a los pequeños gastos que iban saliendo, pero como el trabajo principal son las horas dedicadas al proyecto y eso hasta fecha de hoy no lo he cobrado (gajes de tener tu propia productora), pues cualquier cifra sería incorrecta. Así que… no lo sé.
J.L.P: Supongo que piensas estrenar la película en el resto de España.
A.B: Esa sería la idea, aunque el mundo de la distribución es siempre difícil. De momento la película ha funcionado bien por el circuito de festivales, nacionales e internacionales (se ha visto en Canadá, Grecia, Brasil, en los Emiratos Árabes, Estados Unidos, etc.) y eso es ya una satisfacción.
J.L.P: ¿Cómo ves la situación de la distribución actualmente en España?
A.B: La distribución es un mundo en sí, y depende del tipo de proyecto, acceder a ella es más o menos fácil. Con los documentales, precisamente por lo que comentábamos antes, el acceso a la distribución es difícil. En el caso de “Hammada”, he contado con Versus Films, que ha garantizado el estreno en circuitos de autor y hemos trabajado conjuntamente en una estrategia muy centrada en el mundo web. Podéis acceder al grupo de Facebook de “Hammada”, así como a la página web www.hammada.eu para seguir informados sobre el circuito de la película.
J.L.P: Hablemos ahora de tus aficiones.
A.B: Mi afición principal es el cine. Después vienen la lectura, el viajar, la fotografía, conocer otros mundos y sus historias… Realmente, mi pasión es la que me ha llevado a hacer las películas que hago y me encanta poder dedicarme al cine.
J.L.P: Seguro que ya estás embarcada en algún proyecto.
A.B: Pues precisamente ahora estoy ya inmersa en mi próximo proyecto, esta vez será un largometraje de ficción, “Sonata para violonchelo”, la historia de Julia, una violonchelista entregada en cuerpo y alma a la música, a quien se le diagnostica fibromialgia. Esta será una historia de pasión y lucha contra las propias limitaciones de una enfermedad hasta ahora bastante desconocida. La protagonista será Carme Elías que ganó el Goya por “Camino”. El próximo 12 de mayo espero que oigáis hablar de ella, porque coincidiendo con el Día Internacional de la Fibromialgia, iniciaremos una campaña de crowdfunding a través de la web (www.sonataparaviolonchelo.com), una nueva forma de financiación de películas, donde todo aquel que se sienta atraído por le proyecto podrá aportar una donación para que la película sea producida y así, convertirse en productor, apareciendo en los títulos de crédito.
J.L.P: Desde aquí espero haber contribuido a dar a conocer la problemática del pueblo saharaui, por ahí va mi última pregunta con la que ponemos el cierre por hoy. El pueblo saharaui es el gran olvidado en los informativos y telediarios ¿crees que hay alguna forma de cambiar eso?
A.B: ¡Buena pregunta! Las noticias siempre son hechos puntuales y los telediarios no hablan de problemas enquistados, que, como el del pueblo saharaui, hace 35 años que duran. Creo que lo mejor que podemos hacer por el pueblo saharaui ahora mismo es estar muy atentos y ser activos en lo que podamos, sea acogiendo a niños en verano, acudiendo a manifestaciones de apoyo o siendo activos por Internet. Hay infinidad de grupos con propuestas, sólo hace falta buscarlos (Facebook lo pone fácil) y participar. Precisamente en breve la ONU realizará una revisión de su misión en el territorio y Amnistía Internacional está recogiendo firmas para exigir que se realice el referendo de autodeterminación, os animo a firmar y reenviar el documento (http://www.es.amnesty.org/actua/acciones/sahara-occidental-derechos-humanos-minurso/?origen=minurso_abril11mail). A veces pequeñas acciones llevan a grandes cambios.
J.L.P ¡Gracias, Anna!
A.B: ¡Muchas gracias a ti, José!
Seguiremos informando…
José López Pérez