El documental “El silencio que queda”, debut en el cine de la artista visual Amparo Garrido, ha sido seleccionado para participar en el Festival de Cine Español de Málaga.
El filme parte del encuentro de la artista con un ornitólogo ciego desde los 6 años y capaz de identificar el canto de 200 especies de aves. Amparo llega a él a través de un recorte de prensa que su mejor amigo, Juan Carlos, le dejó en el buzón unas semanas antes de morir.
Juan Carlos, que la conocía bien, sabía que a ella le iba a fascinar salir al campo y cerrar los ojos. Amparo, sintió que su amigo le estaba dejando un encargo, invitándola a un encuentro sobrecogedor con la belleza a partir de dos formas de acercarse al mundo: la mirada y la escucha.
Eso la llevó, entre otros lugares de Andalucía, a La Janda, en Cádiz, para adentrarse en un mundo de seres alados de la mano del ornitólogo José Carlos Sires que, con su discapacidad inspiradora le enseña a ver los pájaros de otra manera. Así, la película mira a la naturaleza amenazada por el cambio climático, a la biodiversidad y a cómo los seres humanos vivimos de espaldas a todo ello.
Pero más allá de eso, el largometraje habla del duelo y su restablecimiento, de la soledad, del viaje, del silencio que se queda cuando un ser querido muere. En este proyecto, la artista visual continúa profundizando en temas que son centrales en su obra: la comunicación no verbal, la relación con “lo animal, la ceguera, la falta”, la búsqueda de la verdad subjetiva, el azar y/o el inconsciente.
La película está estructurada en base a los audios WhatsApp que se enviaron ella y José Carlos a lo largo de dos años. Desde el principio, Amparo vio claramente que ahí había una película y los fue guardando. Después, junto a Ana Pozo, la montadora, se fue editando este largometraje sin guión, logrado a través de “cerrar los ojos”, escuchando el material que iba emergiendo a lo largo de los viajes, al principio con José Carlos Sires y, más tarde, ella sola.
Para Amparo, el ornitólogo ha resultado ser un regalo enviado por el amigo más querido, en el momento preciso, sin imaginarse que una persona ciega la enseñaría a ver.