En el mundo de la delincuencia a los billetes de quinientos euros se les denomina “binladens”, porque al igual que ocurría con el famoso terrorista, son difíciles de ver pero muy deseados de capturar. El director vasco, Koldo Serra, se sirve de esta premisa para dar título a su nueva película: 70 binladens (2018), en la que demuestra una gran pericia para armar una historia potente, con lo mínimo y necesario. Al contrario que sucedía con la apabullante producción de Gernika (2016), su anterior trabajo, en 70 binladens la trama se arma a partir de un ingenioso y preciso guion de Javier Félix Echániz, Juan Antonio Gil Bengoa y Asier Guerricaechevarría. Raquel (Emma Suárez) entra a una pequeña sucursal bancaria a pedir un crédito, para poder reencontrarse con su hija, con la mala suerte de toparse con un intento de atraco liderado por Lola (Nathalie Poza), una peligrosa psicópata, y Jonan (Hugo Silva), un heroinómano. Como en toda película de atracos las cosas se irán torciendo, en parte por la poca pericia de los atracadores, y Raquel se ofrecerá a ser la interlocutora de la policía.
Es inevitable recordar películas como Tarde de perros (Sidney Lumet, 1975), con ese Al Pacino intentando conseguir dinero para el cambio de sexo de su pareja, aunque mientras en la cinta de Lumet el banco atracado era grande y la respuesta de la policía tampoco se quedaba corta, aquí todo es más cutre y modesto. El lugar del atraco es una insignificante sucursal bancaria, situada en un barrio de clase baja, y la respuesta de la policía no requiere de aviones o grandes despliegues. Por ello, probablemente sea en el género del cine quinqui y en películas como La estanquera de Vallecas (Eloy de la Iglesia, 1987) donde se encuentren más referencias estilísticas.
Sin duda lo que sí comparte 70 binladens, con las dos películas referenciadas, es su magnífico uso del ritmo cinematográfico. Lo que en teoría podría tornarse repetitivo e incluso anodino, ya que la trama se sustancia en un único espacio, no lo es gracias a una cámara que está en continuo movimiento, una música diegética bien dosificada y la urgencia de unos personajes que ven como el paso de los minutos, lleva aparejado un aumento considerable de sus problemas. Además resulta plenamente acertado obviar las presentaciones y meter al espectador de lleno en el atraco, durante los primeros minutos. Después ya habrá tiempo de conocer algunos datos sobre los dos atracadores, que nos servirán para contextualizar sus personalidades, pero en esos primeros minutos lo principal es generar la suficiente adrenalina en el espectador, para que éste se enganche.
Lo que pasa es que cerrar una historia resulta complejo y es en este último tramo donde la película tiene algunos altibajos. Sobran varios subrayados de guion que desentonan con el estilo general y resulta un tanto forzado el dramático final. A pesar de todo en términos generales es una cinta muy agradable de ver (si no se tiene en cuenta el ojo de Lola), incluso si no se es aficionado a las cintas de robos. Contar con dos actrices como Emma Suárez y Nathalie Poza es sinónimo de buen trabajo y credibilidad. Especialmente sutil y laboriosa es la Raquel a la que da voz Emma Suárez, una mujer de la que solo conocemos su urgencia por conseguir 35.000€, pero que esconde más de lo que muestra. Desde un primer momento el poder de su mirada es muy llamativo. Ella observa y nos muestra más con sus ojos que con sus palabras. Y es que aquí nada es lo que parece, sino que todos los personajes parecen estar inmiscuidos en un curioso juego de máscaras. Un juego que alcanza su máximo apogeo con el duelo interpretativo que se marcan Raquel y Lola, es decir, entre la inteligencia desbordante de la primera y la fuerza bruta de la segunda. No diremos quién sale vencedora, pero sin duda resulta una historia muy propicia para estrenarse un ocho de marzo.
Laura Acosta
Nota El Blog del cine español: 8