¿Cómo ha podido pasar tan desapercibida en la taquilla e incluso entre la crítica nacional una película como “En las estrellas”? Es una lástima que quizá por escasa promoción haya películas que no llegan al público como deberían.
Zoe Berriatua sorprendió con su ópera prima “Los héroes del mal”, un duro drama adolescente que trataba sobre la violencia gratuita y el fervor de la rabia. Ahora vuelve a sorprender dando un giro total con este homenaje al cine, trufado de referencias cinéfilas. Nos la cuenta a través de la historia de Víctor, un director de cine y transeúnte de las calles que divaga junto a su hijo Ingmar, un niño con una enorme empatía e imaginación que como su padre es capaz de visualizar las ideas locas de las películas que nunca llegan a rodar. Además Víctor es alcohólico, y vive anclado en una tristeza debida a la pérdida de su mujer y madre de Ingmar.
En las estrellas es una película llena de ternura y como en la anterior película del director, la moral es un tema que se trata bajo los códigos que plantea su guión. Parecen alejados de lo correcto y sin embargo, entre los personajes existe una lealtad propia de una ética dispar, férrea y cuestionable bajo parámetros sociológicos. Quizá es lo único que le podamos achacar a la película, que a la historia a veces le cuesta sostenerse, no por esa conducta propia, sino por una consistencia demasiado apoyada en sus códigos. Entre las alabanzas, cabe destacar que como ya ocurría en “Bajo las estrellas” de Félix Viscarret, que a su vez también homenajeaba a la “Luna de papel” de Peter Bogdanovich, la relación entre padre e hijo o entre adulto y niño es especial, con una camaradería entre los intérpretes palpable y sobre todo, mucho encanto.
El fabulador guión tiene la pericia de ensamblarse con unas ideas visuales muy resultonas. La película también es, en sí misma, un homenaje a los efectos especiales clásicos. Las maquetas y trucos que tan bien sientan a esta historia funcionan a las mil maravillas. Así, las películas que idea Víctor, son imaginadas por él y recreadas para el espectador creando una fantasía ilusoria que festeja al George Méliès más audaz, que revolucionó el cine en su momento. Este realismo mágico quizá pueda resultar sobrecargado de esas alusiones cinéfilas que destacaba (desde Coppola a Chaplin) para algunos espectadores, pero para mí ha sido una diversión continua.
Punto y aparte merece la música de Iván Palomares, una partitura nominada al goya a la mejor música original y que realmente es uno de los trabajos más bellos del año. En un sentido visual y técnico, es un filme con una estética muy conseguida.
Luis Callejo da lo mejor de sí mismo y la réplica de Jorge Andreu siempre es creíble y carismática. En la película también encontramos a Macarena Gómez, Magüi Mira o José Luis García Pérez.
La fantasía y la cruda realidad, la vocación y el talento, la suerte y la desgracia. Berriatua es un director a seguir y aquí firma una película con vocación ilusionista. El cine como medio de vida y los viajes a la luna y las estrellas para huir de la desidia.
Nota El Blog de Cine Español: 7
Chema López
Que película tan bonita, merecía mejor suerte!