Si le sumamos que este fin de semana la mayoría del público potencial está ocupado con las comidas y las cenas navideñas, y que estamos ante una película que tiene que venir apoyada de nominaciones y premios para llegar a su target, resulta que el estreno de “Yuli“, de Icíar Bollaín, va a sumar sólo 200.000 € con un lanzamiento en 177 cines. Esperemos que los días de diario sean buenos para los cines, o bien, esta producción de Morena Films no llegará ni a los 700.000 € de recaudación en salas comerciales.
¿De qué va?
Nos contará la vida del bailarín cubano Carlos Acosta (quien se interpreta a sí mismo), desde sus orígenes en un barrio humilde de La Habana, hasta convertirse en la estrella de una de las más grandes compañías de ballet del mundo. Yuli (apodo familiar de Carlos) es un niño con grandes condiciones que no quiere ser bailarín y que, obligado a la fuerza por su padre, Pedro, y tutelado por su maestra y directora de la Escuela Nacional de Ballet de Cuba, Cherry, llegará a ser uno de los mejores bailarines de su generación, rompiendo tabúes al convertirse en el primer bailarín negro en interpretar a Romeo en el Royal Ballet de Londres, donde forjó su carrera estelar y su leyenda durante 17 años. YULI es una película sobre las raíces, sobre el baile, sobre la relación entre Carlos y su padre, con su familia y con Cuba. YULI habla del arte, del sacrificio que supone dedicar la vida a él y, sobre todo, de lo que uno es.
La película no es una obra maestra, pero está muy por encima de muchas de las cosas que destacan en taquilla, para mí inexplicablemente.
Desde hace varios años, en lo que a nuestra industria se refiere, la comedia es la que tira del carro, pero en no pocas ocasiones lo hace con sus peores variantes.
Las televisiones privadas imponen su ley, supongo.