Petra es una joven que comienza una residencia artística aunque parece buscar algo que iremos descubriendo a lo largo del metraje. De esta manera se embarca en una búsqueda a priori indeterminada, de la que tiene escasos datos. Lo que le lleva a la casa de un consagrado artista de éxito.
Estamos “en teoría” ante la película más accesible para el público, de Jaime Rosales, el entrecomillado de la expresión “en teoría” la dejo a juicio del espectador, porque no deja de ser solo una declaración de su director, y que en el metraje a mi modo de ver, no se plasma.Es la vuelta del Rosales más fiel así mismo, aquel para el que la forma prevalece sobre el contenido. Dotado de una estética impecable, aquí apoyado en la apabullante naturaleza forestal catalana, a la que confiere un protagonismo quizá un tanto exagerado. Dejando sostenidas las secuencias tras el paso de los intérpretes, con un inapreciable motivo que nunca llega.
Petra es nombre de tragedia griega, pero parece que el director quisiera alejarse por completo de su título, y a mi entender también del público potencial, dejando el guión y las interpretaciones de sus actores asfixiados no solo de todo tipo de aspaviento, sino de cualquier mueca, halo o guiño de sentimiento humano. Aparece una actriz de la talla de Marisa Paredes a la que reconocemos en apariencia, pero no en gestos. Podríamos pensar que es un prodigio de la escena, si no fuera porque en la opinión de quién escribe, nada está justificado. Los escasos diálogos y la falta de información, es solo interrumpida por unos títulos de capítulo que son en sí una especie spoilers, que crean desasosiego pero que también deslucen las intenciones que transmiten actores. La crítica principal que escuchaba de los perplejos espectadores a la salida de la proyección, fue lo “desaprovechada” que estaba una actriz tan buena como Bárbara Lennie, que como siempre está estupenda pero a la que hemos visto mucho mejor en otros personajes.A mi modo de ver, sólo Alex Brendemuhl parece fluir entre las escenas de naturaleza.
Rosales se aleja del espectador, adentrándose en una versión propia de la tragedia, se aleja del ser humano, y al contrario de lo que hacía en “Hermosa Juventud”,tal vez lo haga conocedor de que la historia que plantea tiene unos grandes tintes telenovelescos. Pero ni alejándose tanto consigue que deje de ser muy rocambolesco. Lo que mejor se entiende es la narración temporal, a pesar de las elipsis, que no siempre resultan efectivas.
No entendemos las pretensiones del director, ni las de los personajes, todo se justifica por una maldad todopoderosa que termina por no importarnos nunca, mientras el director nos martillea la cabeza con dos únicas piezas musicales que no utiliza para ambientar, sino para distorsionar.
El director dibuja una perfecta oquedad que solo libera contención, tal vez una suerte de apatía que trasciende la pantalla e inunda la sala.
Nota El Blog de Cine Español: 6.
Chema López
Un placer leerte, como siempre, aunque esta vez mi opinión es básicamente lo contrario a lo que apuntas: me parece la mejor película de Rosales (de lejos). Me ha faltado la mención a Botey, que es una cosa de otro planeta.
Opino como Oscar. Es mas, junto con El reino es mi favorita española este año. Por encima de las siguientes, Quien te cantara y El arbol de la sangre, que me gustaron pero tengo que volver a visionar.
Pues yo opino igual, es su mejor película de lejos. No me gusta nada su obra anterior y esta me ha convencido bastante, tanto en el guión como en lo visual y manera de contarla.