Pancho Lombardi ha demostrado a lo largo de los años ser el mejor director peruano y uno de los mejores de América Latina, tiene una trayectoria solida y consolidada. En una carrera como la suya hay algún resbalón, no es el caso de “No se lo digas a nadie”, una gran película basada en un relato de Jaime Bayly (Lima, 19 de enero de 1965) y que visto desde la distancia (es decir 12 años después de su rodaje) es casi referencial, ya que muestra con claridad la génesis de determinadas conductas y el origen del deseo sexual. Trata la homosexualidad masculina de forma diáfana, directa y huyendo por completo de los estereotipos, fue la primera película de temática homosexual hecha en el Perú.
Narrada de forma cronológica cuenta la historia de Joaquin, un joven de clase media-alta que deberá su ocultar su condición sexual y que mantendrá relaciones heterosexuales con una compañera de la universidad. Las drogas y el alcohol formarán parte de su modo de vida.
Todos los actores están muy bien, aunque destacan poderosamente Santiago Magill, protagonista total, la española Lucía Jiménez que consiguió una dicción perfecta y demostró ser una gran actriz, Christian Meier que posteriormente repetiría en papeles similares y nuestra Carmen Elías. En el reparto también lucen en pequeños papeles Carlos Fuentes y Gian Franco Brero que años después sería el periodista resabiado de “Tinta Roja”, también de Lombardi.
“No se lo digas a nadie” es una coproducción hispano-peruana, por España participó Lola Films, la compañía de Andrés Vicente Gómez, por aquella época muy activo.
Otro de los aciertos del film es su banda sonora obra del saxofonista Roque Baños y la canción del gran cantante argentino Fito Paez “El amor después del amor” que consigue fusionarse perfectamente con la acción, siendo un leiv motiv del film que se cierre con esa melodía que aparece varias veces en primer plano.
El relato pone el acento en la homofobia y consigue un discurso totalmente coherente de la propuesta, donde el protagonista debe enfrentarse a los convencionalismos raya a gran altura. El desencanto y el desencuentro están muy bien integrados. Las imágenes son bastante explícitas, aunque intentan eludir el morbo.
El título es muy acertado ya que alude a una forma de vivir en circunstancias adversas.
Francisco José Lombardi (Tacna, 3 de agosto de 1949) creó una película donde todo estaba en su lugar. Conocedor de su oficio y de las dificultades de hacer cine en su país ha trabajado frecuentemente en coproducción con España. Sus mejores films, entre los que se encuentre este, son: “Tinta Roja”, “La boca del lobo”, “La ciudad y los perros”, “Pantaleón y las visitadoras” y “Muerte de un magnate”.
Vía: Factoría del Cine
José López Pérez