CRÍTICA “UNA ESPECIE DE FAMILIA”: PARA DEBATIR ENTRE LO LEGALMENTE CORRECTO Y LO MORALMENTE ACEPTABLE

En muchas ocasiones lamentamos que las películas que pasan por las carteleras de nuestros cines ni si quiera se planteen ir más allá del entretenimiento. Pues, bien, si lo que buscamos es una película que active la sensibilidad y criterio del espectador (sin necesidad de convertirse en una obra críptica o inaccesible para el gran público) esa es Una especie de familia, un filme que pone todas las cartas sobre la mesa y obliga a que seamos nosotros quienes escojamos la que consideremos correcta, si es que la hay. El problema está en que no parece que la película pretenda un cuestionamiento deliberado del espectador, sino que, más bien, la inquietud que genera es fruto de un guion que no termina de tomar partido frente a los acontecimientos que relata.

La película es una coproducción compartida entre Argentina, Brasil, Polonia, Alemania, Francia y Dinamarca, y está dirigida por el argentino Diego Lerman —Refugiado, 2014; La mirada invisible, 2010; Mientras tanto, 2016…—. En el reparto destacan Bárbara Lennie, Daniel Aráoz, Claudio Tolcachir, Yanina Ávila etc. El argumento aborda las disyuntivas morales y emocionales que Malena (Bárbale Lennie), una joven de 38 años, sufre al tratar de adoptar un bebé recién nacido en un sórdido contexto en el que está obligada a debatirse entre lo legalmente correcto, lo moralmente aceptable y sus propias necesidades emocionales.

Desde un primer momento, los espectadores nos posicionamos de su lado, es ella la que protagoniza los primeros minutos del metraje, la acompañamos en un viaje en coche en el que el sonido de la lluvia y el limpiaparabrisas, la nocturnidad y la ausencia de música en la radio, unidos al evidente nerviosismo de la protagonista, nos hacen sentir intrigados e inquietos. La secuencia consigue, sin duda, que estemos sintiendo lo mismo que ella. Sin embargo, el transcurrir de los acontecimientos conseguirá que nuestro posicionamiento deje de estar de su parte, o todo lo contrario, en multitud de ocasiones.

La condición constantemente emocional (aunque quizás excesivamente dramática) del personaje de Lennie nos regala, pese a todo, una interpretación espléndida, imprescindible para un largometraje lleno de primeros planos y cuya narración se sustenta constantemente sobre el trabajo de la actriz. Cabe añadir, además, que la realización que envuelve esta historia es uno de los elementos dignos de mención. Un director de fotografía obsesionado por las tomas a través de toda clase de ventanas y cristales no barroquiza, sin embargo, la planificación y puesta en escena del film, cuya elegancia en los encuadres y el uso comedido y destacado de los colores y los espacios hace de Una especie de familia una obra que permite recrearse en el apartado visual.

Las controversias que genera el modo en que se desarrolla todo el proceso de adopción del bebé, desde las motivaciones que impulsan a Malena, hasta el supuesto consentimiento de la madre biológica, pasando por las presiones familiares y el contexto mafioso del hospital, del registro civil y de la policía, consiguen que estemos cada vez más inquietos en la butaca.

No obstante, y pese a la tensión generada y en constante aumento a lo largo del filme, la esperada denuncia o crítica de la situación no termina nunca de llegar, ni siquiera al final, que deja el paladar un tanto amargo. La pretendida resolución de la historia queda inesperadamente abierta al carecer de un posicionamiento claro frente a un tema de tanto calado social, ético e incluso político. Aunque quizás sea precisamente esa la virtud del filme, situarnos a un lado y al otro del drama para que no haya vencedores ni vencidos, o, mejor dicho, para hacernos caer en la cuenta de que en esta historia, al final todos salen perdiendo.

Nota El Blog de Cine Español: 6

Débora Madrid

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