La mano invisible es la ópera prima de David Macián y parte de la obra de teatro de Isaac Rosa. La premisa es impactante y sencilla: un grupo de trabajadores de distintos sectores son contratados por una empresa para ejercer su profesión delante de un público, no se sabe con qué intención, pero el desarrollo de la actividad como espectáculo con público irá cambiando la manera de comportarse de cada personaje.
Entre los trabajadores nos encontramos con un albañil, una costurera, una teleoperadora, un mozo de almacén, un carnicero, una limpiadora, un camarero y un informático. A modo de entrevistas de trabajo, iremos conociendo a los protagonistas de esta historia y después los veremos interactuar en esta empresa metafórica donde observaremos los comportamientos humanos.
En cada una de las secuencias vemos como el experimento va tomando forma, pero sin ninguna afectación, nunca comprendemos el propósito en sí de la empresa, pero si las consecuencias que tendrá en los personajes. Para ello, el director utiliza una puesta en escena desprovista de escenografía y atrezzo propiamente dicho, al estilo de “Dogville”, de Lars Von Trier, salvando las distancias, con una escenografía vacía y con una iluminación bastante teatral en cada uno de los espacios donde se encuentran los puestos de trabajo y también vemos el lugar en el que comen, donde se relajan y comentan cada una de las acciones que ocurren en su jornada laboral, como si de un office se tratase.
En este sentido la película tiene unas referencias claras y muy interesantes como alguna de las mejores películas ambientadas en trabajo del cine español reciente como “Smoking Room”, de J. D. Wallovits y Roger Gual; “Bienvenidos a Farewell-Guttmann” o “A puerta fría”, de Xavi Puebla; o “Casual Day” de Max Lemcke; dando un pequeño paso más allá de un modo más experimental. Una de las propuestas más interesantes del año que, sin embargo, ha pasado con poca incidencia por nuestras carteleras por su carácter vanguardista e indie, pero con gran interés tanto desde el punto de vista cinematográfico como sociológico. El guión es natural y orgánico a pesar de una premisa tan concreta, y los actores brillan por su manera de acometer sus personajes del modo más espontáneo posible, fluyendo en cada uno de sus diálogos y teniendo su pequeño momento en el que lucen de manera especial, cuando se va desarrollando cada una de las tramas, casi siempre sin salir del punto de vista más social y laboral. En este sentido, hay que destacar a Bárbara Santa Cruz, JoseanBengoetxea o Marina Salas, que están realmente bien.
El director, en su primera película nos ofrece un cine limpio, sin fisuras, y directo, con un discurso que queda claro en sus intenciones, y solamente se adolece de cierta teatralidad en algún momento, casi imposible de salvar por su origen en las tablas. Lo más interesante es lo punzante de su guión, casi inherente a lo que cuenta y su pulso en su dirección sacando rédito de un pequeño presupuesto y sobre todo de todo el reparto que transmite exactamente lo que cualquiera podría esperar. A consecuencia de ello, el público se sentirá identificado de manera prácticamente irremediable.
Nota El Blog de Cine Español: 6,5.
Chema López