CRÍTICA “EL JUGADOR DE AJEDREZ”

El pasado 24 de marzo se presentó en Malaga, dentro de la sección oficial de largometrajes,el último film de Luis Oliveiros, “El jugador de Ajedrez”, despertando una buena aceptación y transportando a sus espectadores al ambiente de épocas pasadas.

“El jugador de Ajedrez” nos relata la historia de Diego Padilla (Marc Clotet), campeón español de ajedrez, quien, con la llegada a España de la dictadura, se exilia a Paris con su mujer, Marianne (Melina Matthews), y su hija. Sin embargo, la breve paz de la familia se verá rápidamente quebrada con la ocupación alemana de Francia. Diego es acusado por los Nazis de espionaje y encarcelado; su habilidad e inteligencia como ajedrecista serán las únicas armas a su alcance para defenderse durante todo el proceso.

La nueva historia de Oliveiros, adaptación de la novela homónima de Julio Castedo –quien también se ocupa del guión de la película– puede recordar, por contener una temática y fondo similar, a una de sus anteriores realizaciones: “El Ángel de Budapest” (2011). Como en ésta, “El jugador de Ajedrez” nos traslada al episodio más significativo de la Historia del siglo XX, el advenimiento de los regímenes totalitarios en Europa. Sin embargo, lo que prevalece sobre el film es la red de sentimientos y sufrimiento que se va tejiendo en torno a sus personajes, ciudadanos atravesados por la guerra y la injusticia. Sin embargo, esto puede volverse en contra de la misma película, pues resulta bastante dramática y recreativa en lo emocional, lo que le impide desarrollar un argumento más sólido y un guión más elaborado.

En cuanto al trabajo de interpretación, además de Marc Clotet y Melina Matthews, Alejo Sauras, Stefan Weinert, Mike Hoffmann y Andrés Gertrúdix completan el elenco. Aunque destaca la internacionalidad del equipo de actores, nos encontramos ante un trabajo un poco desigual. Es sin duda el trabajo más importante de Clotet hasta la fecha, el actor barcelonés esta acertado, pero tampoco destacable. Por otra parte, Melina Matthews, no acaba de convencer en su papel de esposa y madre sufridora, puesto que deja prevalecer a un personaje enigmático y elegante por encima del dolor que debe caracterizarle.

Sin duda lo más notable es la calidad de la producción, pudiendo afirmar que posee una factura impecable, con una cuidada y estudiada puesta en escena que regala una fotografía de gran belleza e intensidad, como ocurre con las escenas donde se presenta una partida de ajedrez, llenas de pequeños detalles. Para escenificar Paris, el rodaje se trasladó a Budapest, consiguiendo de esta manera un realista paisaje urbano centroeuropeo.

Puede que una de las cosas que se echa en falta en la película es una breve incursión en el brillante intelecto del ajedrecista Diego Padilla, para ayudar a comprender un poco mejor el comportamiento del personaje. Al final, no se sabe si utiliza sus partidas de ajedrez como estrategia de supervivencia –como cabría esperar de una mente tan entrenada– o simplemente se deja llevar por las circunstancias. Además, esto habría servido de paso, para dejar descansar un poco al espectador ante tanta tragedia.

El ajedrez, es, a fin de cuentas, el protagonista central de este film, donde su juego no es más que una metáfora de la partida que se estaba llevando a cabo fuera del tablero. En ella, los personajes son piezas atacantes o sacrificables que luchan, frente al otro, por sobrevivir a la partida.

Nota del Blog de cine español: 5

Laura Caballero Ruiz de Martín – Esteban

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