A modo de falso docu-reality, Selfie -nuevo largometraje de Víctor García León 11 años después de Vete de mí– sigue el periplo de Bosco, un joven hijo de un Ministro al que encarcelan por corrupción.
La película sirve como cínico retrato de la situación actual socio política, en una acertada aproximación paródica bien balanceada con la propuesta realista, directamente enmarcada en esta era del autorretrato-selfie-youtuber-blogger-instagramer en la que prácticamente retransmitimos nuestro día a día.
Selfie arranca prometedora, regalándonos una sucesión logrados de gags focalizados en torno la figura de ese niño pijo cateto, cuyo grado de patetismo alcanza tales niveles que llega a resultar despreciable al espectador, pese a algún intento expiatorio al final por que logremos empatizar con él.
El novel Santiago Alverú hace alarde de una notable frescura, un acierto de casting esencial para que la película funcione. Pero el punto álgido interpretativo viene de la mano de Macarena Sanz, encarnando a una idealista y encantadora invidente y mostrando una sorprendente vis cómica, totalmente alejada del rol con que ya nos maravilló en su irrupción en Las Furias.
Por desgracia, la película no mantiene su originalidad y frescura y acaba traicionando su propia apuesta en un giro hacia el relato convencional. A partir de la segunda parte el guión se limita a estirar una historia que no da más de sí, introduciendo tramas de dudosa eficacia -cuando Bosco encuentra trabajo- y en ocasiones bordeando el aburrimiento, dejando una sensación de que, pese a que el concepto e idea es interesante, quizá no dé para un largo.
PUNTUACIÓN: 5,5
TERCER largometraje. Antes hizo “Vete de mi” y “Mas pena que gloria”. Joder, documentaros un poco.