El pasado viernes llegó a las carteleras ‘La Pols’, adaptación cinematográfica de la aclamada obra teatral homónima que dirige de nuevo Llàtzer Garcia, responsable también de su guión.
Este drama familiar se centra en la difícil relación de dos hermanos. Jacob es un inestable joven, incapaz de enfrentarse a los problemas, que recibe la noticia del fallecimiento de su padre con una aparente desidia y olvidándose de ello pocas horas después, lo que desatará un conflicto con su hermana. Entrará en escena Alba, la novia de su hermano con quien Jacob mantiene una especial relación.
El filme supone el primer largometraje de este realizador, actor y dramaturgo gironés, autor de varias obras de la escena catalana. Os dejamos con nuestra entrevista a Llàtzer Garcia, director de La Pols.
¿Por que decidiste trasladar la historia de La Pols de las tablas a la gran pantalla? ¿Qué crees que le ha aportado la cámara?
Toda la culpa es de Josep Pi y su productora Astrolabi Films. Vino a ver la función y salió encantado. Al cabo de unos días contactó conmigo y me propuso hacer la película. Los actores serían los mismos y yo la dirigiría. Al principio nos aterrorizó un poco a todos; no habíamos hecho casi nada de cine ninguno de nosotros. Pero a la vez era una gran oportunidad. A mí siempre me ha interesado mucho el cine. ¿Y qué mejor que empezar dirigiendo una historia que conocía a la perfección y con un equipo con el cual tenia mucha afinidad?
Creo que, aunque la historia se mueva casi en una única localización, es muy cinematográfica. Porque es una historia sobre lo que se esconde en los más interno de nosotros. Y esto, la cámara lo puede retratar. La mirada, la respiración, el miedo. Puede acercarse a la vulnerabilidad de los personajes. En teatro buscamos mucho como decían las cosas. En cine, buscamos la mirada de los personajes. Sobre sí mismos y sobre su entorno.
– En la película hay un interesante uso cromático, ¿qué has querido expresar con tu propuesta visual?
Con Paco Amate, el director de fotografía, queríamos exteriorizar el interior de los personajes. Esa tristeza, ese peso de ese pasado que no es el que queremos… Utilizamos filtro, mucho humo, poca luz. También queríamos llegar al límite de estos recursos para evitar que la realización nos quedara plana. Espacio único, escenas largas con mucho diálogo… Teníamos que dotar a la imagen de personalidad propia.
– ¿Cómo surge la historia que narra de La Pols?
De una forma muy natural, la verdad. Cuando empecé a escribir la obra no sabia de qué trataba. Escribí una primera escena sobre un hijo que olvida la muerte de su padre. No tenía nada más. Lo otro apareció de una forma un poco inconsciente, especialmente el monólogo final del personaje de Ruth. Quiero decir que no pensé “mira, voy a hacer una historia sobre la dificultad que tenemos para expresar nuestros sentimientos”. No. Me interesaba la primera escena y me interesaban los personajes inadaptados que empezaban a nacer. Lo demás fue surgiendo y, al final, me di cuenta de lo que trataba. También tiene algún apunte autobiográfico. Algún detalle de mi adolescencia. De cómo me sentía y cómo me relacionaba con mi entorno.
– La película nos muestra formas no convencionales de enfrentarse a la muerte, ¿crees que la sociedad marca unas pautas de comportamiento para estos casos?
Totalmente. Y no sólo en esto. Sobre todos los hechos tenemos pautas de comportamiento. Y muchas veces son necesarias, como lo son las máscaras en la sociedad. Pero, a veces, estas pautas o máscaras se pueden volver grotescas, una parodia de ellas mismas.
– Como espectador he empatizado en muchos momentos con Jacob, transmitiéndome ternura; y también he sentido cierto rechazo en algunas partes. Háblanos de él.
Jacob es un personaje terriblemente contradictorio. Está obsesionado con la sinceridad pero no puede dejar de decir mentiras. No soporta la gente que se queja, pero durante la película no para de quejarse. Quiere amar y quiere ser amado pero ataca a todo el mundo. Es un personaje con mucha rabia interior y que escupe esta rabia a su entorno: a su hermana, a su padre muerto, a su madre ausente. Pero esta rabia viene de su gran insatisfacción por su pasado y por su presente. Y este creo que es lo que lo hace humano. Y porque quiere saber querer, quiere saber sentir. Y esto todo lo compartimos. Aunque Jacob es un extremo. Es un terrorista emocional. Pero muchas veces llegamos a los extremos porque es la forma de pedir ayuda. Yo creo que Jacob sólo hace una cosa en la película: pedir ayuda constantemente.
– Siendo un drama intenso, ¿qué crees que le aporta las pinceladas de humor que acompaña la historia?
El humor es muy necesario para la vida, si no corres el peligro de tomarte a ti mismo demasiado en serio. El humor relativiza. En esta historia es necesaria para que el espectador se alivie un poco (aunque a veces es un humor doloroso) y, sobre todo, para que los personajes huyan un poco de la tensión que respiran.
– ¿Fue difícil para los actores adaptarse al lenguaje cinematográfico?
No especialmente. Sobre todo porque el trabajo que hicimos con la obra fue un trabajo muy realista, donde buscábamos mucho las miradas entre los personajes, los matices de cada uno de ellos. La sala donde estrenamos la obra, la sala Flyhard, es una sala muy pequeñita donde apenas caben cincuenta personas. El espectador tiene muy cerca a los actores. Esto permite trabajar una forma muy cinematográfica, muy de primer plano. En todo caso, cuando empezamos los ensayos de la película se trató de hacer lo mismo pero rebajándolo todo un poco. Al principio, los actores pensaban que no hacían nada. Pero fueron viendo las pruebas de cámara y todo se fue poniendo a su sitio.
– En Málaga también pudimos ver la adaptación de otra obra catalana de gran éxito: ‘El rey tuerto’, ¿qué te pareció el resultado?
Aún no la he visto. No tiene perdón, lo sé. Pero vi la función y me gustó. Realmente es un texto inclasificable el que escribió Marc Crehuet. Juega con muchos géneros a la vez.
– El indie catalán nos está dejando grandes películas los últimos años, ¿destacarías alguna?
Me gustó muchísimo “La plaga” de Neus Ballús. Una película medio documental medio ficción. Una película muy humana, de una gran sensibilidad.
– ¿Qué encontrará el espectador que compre una entrada de cine para ver ‘La Pols’?
Una historia de personajes desubicados de esa realidad que nos rodea, hablando de cosas que nos mueven a todos como los sentimientos y las ausencias y con los cuales se reconocerán en más de un aspecto.