El tajante título, a modo de mandato, “Amarás sobre todas las cosas”, lejos de proponer un canto eterno a las pasiones y los sentimientos en las relaciones amorosas, se convierte, en esta película dirigida por Chema de la Peña, en una suerte de condena para la pareja protagonista. Teo, un pintor en crisis interpretado por Israel Elejalde y Ana, interpretada por Lidia Navarro conforman esta relación a la que a lo largo del filme asistimos casi con la misma agonía con la que ellos la viven.
Tras conocerse una larga, loca y divertida noche en Madrid, Ana y Teo comienzan una relación que empieza por ser excitante y dichosa. Sin embargo, pronto se dará cuenta Ana de la complejidad psicológica y personal de Teo, lo que les lleva a múltiples desencuentros y reencuentros a través de los años. Su, al principio, fresca relación,se transforma, efectivamente, en una condena, debido a que Ana no consigue terminar de comprender los desplantes de Teo, sus cambios en el estado de ánimo y los secretos que oculta de su pasado; y él, sin ella, parece estar prácticamente abocado a la locura. Los episodios felices, en cambio, irradian el sosiego y la plenitud que les permiten permanecer juntos.
La realización de la película se manifiesta igualmente arriesgada. Con una puesta en escena que, aunque sobria, no ha sido para nada descuidada por parte del director, y una fotografía impecable y sugerente. Lástima que los eternos silencios, algunos planos excesivamente largos, y la pobreza del guion no acompañen de igual manera, provocando cierto tedio en el avance de la narración.
Cabe destacar, sin embargo, la riqueza visual de este largometraje, fruto del especial cuidado en la composición de las escenas —incluidas las coreografías de la mano de Camille Hanson— y en el apartado técnico. Los recursos expresivos que despliega la película triunfan especialmente en aquellos momentos en los que los encuentros de Teo y Ana provocan mayor tensión en la relación. Es entonces cuando dos actores más se suman al reparto y, casi a modo de sombra, persiguen y acompañan a los protagonistas en sus constantes explosiones de rabia, estrés, presión psicológica, enfado o tristeza. De manera realmente inspiradora, coreográfica y muy eficaz en la narración, consiguen intensificar la interpretación, duplicando visualmente la presencia y expresión de las emociones de ambos personajes.
En definitiva, un filme narrativo, pero, cuya indudable personalidad experimental a la hora de contar lo hace no apto para espectadores pasivos y con ganas de una película que les haga sentir que el tiempo pasa volando dentro de la sala.
Nota El Blog de Cine Español: 5,5
Débora Madrid
“Un filme narrativo, pero, cuya indudable personalidad experimental a la hora de contar lo hace no apto para espectadores pasivos y con ganas de una película que les haga sentir que el tiempo pasa volando dentro de la sala”.
En serio. Por favor. Hace daño a los ojos. No solo la subordinada imposible, sino el uso de las comas.
¿Qué quiere decir esa frase?
Cuidad más la escritura porque empieza a ser de risa.