El pasado viernes se estrenó en España “La memoria del agua”, película que nos maravilló y tuvimos la oportunidad de entrevistar a su director de origen chileno, Matías Bize. Esta historia nos cuenta el duelo que atraviesan Javier (Benjamin Vicuña) y Amanda (Elena Anaya) tras perder a su hijo Pedro de cuatro años.
Matías Bize nos presenta, después de “La vida de los peces” -premiada con un Goya a la mejor película hispanoamericana- este nuevo largometraje que el mismo director considera una historia de amor con la que todo el mundo se podrá sentir identificado.
Os dejamos con la entrevista completa a Matías Bize.
Matías, ¿cómo fue el trabajo documental para confeccionar los personajes? ¿Hablaste con especialistas y casos reales (aparte del propio Benjamín Vicuña)?
La verdad es que no hubo ninguna investigación. No la quisimos hacer porque pensamos que la película tampoco era un libro de autoayuda o algo donde quisiéramos reflejar la verdad fielmente. Simplemente, mi guionista Julio Rojas y yo queríamos ponernos en el lugar de qué habríamos hecho nosotros en una situación así. Pero no quisimos entrevistar a gente o tomar casos, ni leer nada sobre el tema. Solo nos pusimos en la piel de esos personajes, de qué nos podría pasar a nosotros. Luego, cuando se sumó Benjamin al proyecto, el guión ya estaba escrito y él lo leyó finalizado. Vivió una historia semejante y al enterarse de que se iba a rodar la película, se acercó a mí y se ofreció a colaborar muy humildemente. Me pareció muy bonito querer trabajar de una manera tan honesta como él porque se ofrecía para ayudar en lo que le pidiéramos.
Evidentemente, el hecho de que Benjamín pasara por ese trance le da una dimensión única a su papel, ¿fue difícil para él reprimir la emoción en una interpretación de tanta contención? ¿Cuánto hay de autobiográfico?
Yo creo que no, porque en el fondo, lo que hacía Benjamín era poner de su sensibilidad. Siempre hablamos de dos personajes que ya estaban escritos y que trabajamos durante mucho tiempo. Lo que hizo Benjamin es poner de su verdad también. Cuando leyó el guión opinó que hablaba desde la verdad, que no cambiáramos ni una coma ni nada. Y eso fue muy bonito ya que nos permitió poder trabajar la historia que nosotros queríamos trabajar, lo que le pasaba a Javier y Amanda.
Amanda (Elena Anaya) parece vivir el duelo desde la emoción, frente al silencio de Javier. Háblanos de esas dos formas de enfrentarse al duelo.
Son dos maneras distintas de enfrentarse a eso. Ella es como un personaje que quizás ve el vaso medio vacío o que tal vez está en la sombra y el personaje de Javier es alguien que está intentando salir a flote. Era muy lindo tener estas dos visiones de cómo ellos luchaban como pareja, porque en el fondo es una historia de amor, de cómo ellos dos van intentando sobrevivir a esto y salir adelante. El espectador se siente identificado con los dos, por momentos con uno y por momentos con el otro. Son dos personajes que son de verdad y para mí eso era lo más importante, que el espectador se sintiera que está viendo un caso real. No es necesario perder a un hijo para sentirse identificado con la historia. Todos hemos luchado por una relación de pareja y es muy fácil sentirse identificado con esta historia.
¿Cuál fue el motivo de incorporar de forma muy especial al personaje del padre de Javier?
El papel del padre de Javier también era muy significativo y bonito, ya que era interesante ver la relación con su padre, como él se dejaba querer como hijo. Es un poco también lo que Javier busca, a lo que él echa mano para sobreponerse a su dolor.
La coproducción hispano-latinoamericana suele dejar cada año grandes películas, ¿qué importancia le das a esta alianza?
Es vital porque hace que la película en el fondo pueda tener un equipo técnico como éste y también una actriz como es Elena Anaya. Para hacer una película es muy importante la coproducción y España es un país con el que me interesa trabajar y con el que espero poder seguir trabajando más adelante.
GABRIELA RUBIO
Buena entrevista.