Mejor suerte en la taquilla mereció la última película de Manuel Gutiérrez Aragón, “Todos estamos invitados”, un alegato en contra de la violencia de ETA que todo ciudadano español debería de ver para conocer, a pesar de que no sea una buena película, cómo viven los amenazados por ETA y sus seres queridos; cómo cualquier radicalismo es malo y los jóvenes etarras son captados como los musulmanes que se autoinmolan.
El director, también guionista, nos presenta la historia de un profesor amenazado por ETA bajo el marco de lo mejor del País Vasco: su cocina, sus playas, sus pueblos, sus fiestas, etc.
El profesor, un José Coronado que aún con la experiencia de los años no deja de ser un actor del montón, está amenazado por reivindicar sus ideas y la primera amenaza le llega, dentro del grupo de amigos que, de vez en cuando, quedan para cenar, en la mesa delante del resto de amigos pero todos hacen como que no han escuchado nada, excepto uno que le dice en el servicio, a solas, que él si ha escuchado la amenaza pero que calla ante el miedo que hagan daño a su familia.
Por otra parte, la historia comienza con un atentado a un camión de transporte por parte de unos etarras los cuales tienen un accidente que tiene como consecuencia que uno de ellos, interpretado por Óscar Jaenada, quede amnésico y se encuentra en el hospital de recuperación con la novia del profesor amenazado, Vanessa Incontrada.
La película tiene varios fallos de guión importantes y parece que se ha cortado mucho metraje en la sala de montaje al no presentar bien a los personajes y sus ideas.
Así, el etarra amnésico Óscar Jaenada, cambia de ideas y lucha contra los suyos sin conocerse bien la razón: ¿por amor?, ¿por ser bueno?, ¿por redimirse?
Y, como siempre, en todas las películas siempre hay escenas que en la vida real no se darían si no cómo se explica que el personaje del profesor sabiendo que le van a matar, vaya a la última cena con sus amigos y se pasee por la ciudad en fiestas, concretamente, si no me equivoco, la famosa tamborrada vasca, donde es carne de cañón para recibir un tiro sin que nadie se entere.
También tengo que destacar que cuando recibe la invitación para asistir a la última cena con los amigos parece como si el profesor llevara más de un año con escolta y viviendo con miedo cuando en la película no da a entender esto y parece que sólo lleva dos semanas bajo el miedo y la opresión de los amenazados por ETA. Con lo fácil que es poner el típico texto: “Seis meses después” o “un año después”.
En definitiva, una película entretenida pero que podía haber dado mucho más.
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