“El virus de la por” arranca con una profunda reflexión moral. Un monitor de natación tratará de consolar a un niño atemorizado con unos gestos de cariño malinterpretados por una niña que relatará a sus padres haber visto un beso. Esto desencadenará un terremoto de reacciones entre los padres, que se desarrollará con una pasmosa celeridad gracias al efecto vírico de las redes sociales.
El dibujo de una sociedad paranóica e imbuida por un reciente y mediático suceso de pederastia en la zona donde suceden los hechos es un tema muy interesante, aunque ya retratado en cine. El efecto catalizador de las redes sociales sería la novedad que propone “El virus del miedo”, haciendo hincapié en la falta de privacidad y la sobreprotección esquizofrénica hacia nuestros menores.
Ventura Pons juega con poca eficacia con la discontinuidad narrativa, buscando plasmar la cronología real de los acontecimientos y que el espectador sea consciente de la aterradora rapidez con la que se forma esta bola de nieve. Personalmente me pareció que varias decisiones de raccord resultan dudosas.
La película adapta la aclamada obra teatral de Josep Maria Miró, «El principio de Arquímedes». Y precisamente surge la inevitable sensación de adaptación innecesaria, manteniendo un tono teatral, tanto escénico como interpretativo, que sin embargo pierde toda la fuerza de un escenario. Incluso los tan aplaudidos actores de la obra original pagan esas consecuencias, sin llegar a captar el acting cinematográfico, recitando los diálogos en un tono alto y deambulando sobre el histrionismo. Aun así, se vislumbra una materia prima mal aprovechada, especialmente en Roser Batalla (el personaje con más aristas) y Rubén de Eguia, con un prometedor futuro.
No deja de ser sorprendente la sensación amateur y de cierta sordidez fílmica en un autor con cerca de una treintena de títulos a sus espaldas. La intensidad de los textos e interpretaciones, así como la potencia del tema retratado es el único sustento del film.
NOTA: 3
Venga! Más dinerito público de Tv3 y el ICEC para una peli que no verán ni 1000 personas… si le han dado entre los dos 400.000 euros ha costado cada entrada 400 euros… ahí lo dejo.
Una vergüenza que nos explotará en los morros cuando la gente se entere de la cantidad de dinero público que se tira en hacer estas mierdas. Que alguien me diga cual es la diferencia entre gastarse 20 millones de euros de dinero público en la filmografía de Ventura Pons y gastarselos en un aeropuerto en Castellón… la misma mierda, el mismo fraude.
CAREDRÁTICO y mira que es curioso como en cambio absolutamente todas las películas subvencionadas por el ICAA son la bomba, todas fantásticas! Es que estos catalanes….