Se define como un actor de pico y pala, de los que se levantan cada mañana para estar siempre preparado a nivel físico y mental. Estos días ha estrenado como protagonista una de las pelis más esperadas del año, “REC 4: Apocalipsis”, de Jaume Balagueró. Un film que, muy a su pesar, va camino de convertirle en uno de los nuevos sex simbol del cine español. Si no, tiempo al tiempo. En la película interpreta a un médico militar que se convierte en pieza clave en los acontecimientos. En el Festival de Sitges tuvo ocasión de tomarle el pulso a la promoción, algo que, asegura, también hay que aprender a hacer. Aunque dice que esta es su primera película “grande”, es protagonista también de “Omnívoros”, estrenada este año, y de “La Final”, de Valerio Boserman, con estreno previsto el próximo mes de febrero.
Os dejo con la entrevista, realizada por nuestra colaboradora Carolina Cañada, al actor Paco Manzanedo:
– ¿Cómo llegaste a la interpretación?
– Yo no tenía ni idea de qué quería en mi vida. Y fuí probando. Probé económicas, probé Criminología… y no me llenaba nada de lo que hacía. Por casualidad llegué a una escuela de interpretación y esas navidades hicimos una muestra en público y cuando yo subí al escenario me dí cuenta de que eso era lo que yo quería. Desde entonces ya no me he vuelto a bajar.
Ha habido momentos mejores, momentos peores, pero siempre he estado ahí.
– ¿Dónde estudiaste?
– Estudié en Corazza, estudié con un montón de profesores. Porque yo los primeros años he estado muy perdido porque no tenía muy claro el tema de la técnica. Con quien realmente me he formado es con Fernando Piernas. Es el que ha puesto orden a todo mi caos y con el que realmente me he descubierto como actor y como el actor que quiero ser. Y ha sido cuando he empezado a hacer los trabajos y la forma de trabajar que yo he soñado siempre.
– ¿Qué tiene Fernando piernas que tanta gente hable bien de él?
Para mí, Fernando lo que me ha dado es una paz con el oficio. Es decir, con todos los profesores con los que yo me he encontrado antes, la gran mayoría, había un punto muy conflictivo, muy tortuoso del trabajo. Yo con Fernando he encontrado la paz y el disfrute en el trabajo, y el descanso en la técnica. No es psicología, no es drama, es teatro y no hay asuntos psicológicos en plan “es que estoy afectado…” No, estás desconcentrado. En el momento que tú lo afrontas como un asunto técnico, todas las tonterías se quitan y tienes responsabilidad y acción sobre lo que te está pasando. Y tienes la posibilidad de mejorar.
– ¿Cual fue tu primer trabajo profesional?
– De figuración en el Teatro Español con 21 años en Las Mocedades del Cid y, después, en La Venganza de Don Mendo, sujetando lanza. En la primera hacía figuración y en la segunda ya decía “Amén”. Luego ya de ahí me fuí a hacer una serie, “El Secreto”, con Valerio Bosserman. También fue su primera serie. Luego con él he seguido en contacto y he hecho más cosas. No es muy común, sólo pasa a veces.
– ¿Cual fue el primer personaje que disfrutaste de verdad?
– Yo creo que fue ese. Precisamente porque fue el primer personaje con relevancia y con continuidad, porque antes me estaban dando capitulares aquí y allí, y bueno, te da tiempo a crear un poco pero no excesivamente, no sales muchas horas al campo de juego. Tienes que llegar con el trabajo hecho, explotarlo e irte, que es lo que tienen los episódicos. Pero, vamos, a mí me ha llegado muy poquito a poco todo en la vida. Primero tuve una frase, luego dos, luego tres; luego un capítulo, luego dos y luego tres. Y yo lo prefiero así. Y que no me haya llegado nada gordo antes de los 30, porque me hubiera matado. Hay que tener la cabeza muy centrada y yo no la tenía. Entonces, yo me alegro de que me estén llegando las cosas tan tarde y tan lento. Aunque a veces me desespero, pero le doy gracias a la vida de que me lo esté dando así.
– ¿Cómo es tu día a día como actor?
– Es un pico y pala constante. Yo me levanto por la mañana y me formo en todos los aspectos en los que un actor se pueda formar: físico, mental, emocional, espiritual. Tengo mi momento de todo en el día.
– ¿Qué tipo de personajes te interesan interpretar?
Me apetece hacer personajes serenos. Mi carácter es muy Shakespeariano. Lo bueno es muy bueno, lo malo es muy malo. Es decir, me manejo muy bien en los extremos, estoy ahora aprendiendo a manejarme en los grises y a darle matices a los grises. Es un proyecto mío como actor.
– ¿Crees que tu físico te ha condicionado a la hora de trabajar?
– Sí, absolutamente, a mí y a todo el mundo. Una persona de 90 kilos no va a hacer nunca un personaje de bailarín profesional, ni un bajito hará nunca de jugador de baloncesto. Nos condiciona. Yo soy un hombre, es muy raro que me den un personaje de mujer. Ya estoy condicionado, ¿me explico?
Dentro de los condicionantes uno ya tiene la obligación de romper barreras. Es decir, yo estoy deseando hacer un personaje de mujer o un travesti o cosas muy extremas o muy alejadas de mí donde el trabajo sea muy, muy, muy evidente, ¿no? Donde haya un proceso de formación y de creación loco, que son los que a mí me gusta vivir, y meterme en la locura y estar 24 horas pensando en cómo la lío parda.
– Eso se contradice un poco con lo que has dicho antes.
– Sí, está claro que no tiene nada que ver, pero no me cierro. Es otra de mis intenciones como actor.
– Háblanos de “REC 4: Apocalipsis”, ¿Cómo te preparaste?
– Recuerdo que engordé mucho para el personaje, me puse muy fuerte. Físicamente me trabajé mucho. Estuve también con Críspulo entrenando con los militares para que se viera que llevábamos tiempo de carrera militar. Y luego iba con mucha confianza hacia Jaume porque la carrera le avala. Iba muy abierto a cualquier propuesta y a cualquier orden de Jaume para hacerla. Y luego en el rodaje me lo pasé muy bien. Fue muy duro pero no recuerdo ningún rodaje en el que me haya reído tanto, con Ismael y con Críspulo. Hicimos un trío ahí, que hizo que me riera mucho.
– ¿Fue complicada de rodar al ser una peli de acción?
– No complicada porque todo sale, pero sí delicada. Cada plano es una obra de arte y, además, tal y como lo hace Jaume de luz y de complejidad se tarda en sacar un plano, pero salen. Entonces es una cuestión más de tiempo. ¡Pero rodar acción es tan divertido! Es tan divertido que merece la pena.
– ¿Quién es tu personaje?
– Es un médico militar de operaciones especiales. Tiene ambas carreras. Es una persona que está acostumbrada a matar y a salvar vidas, tiene ahí las dos caras de la moneda, ¿no? Cuando entran al edificio a acabar con la infección y resulta que la historia da un giro increíble. Es el que lidera la investigación para saber qué es lo que está pasando, pero no puedo contar mucho más. Es un lider nato y es el que toma las decisiones drásticas.
– ¿Alguna vez coges algún coach para preparar un personaje?
– Quizá para alguna prueba tiro de Fernando Piernas o de algún amigo o alguien de confianza, pero normalmente soy bastante autodidacta.
Por ejemplo, para Omnívoros, interpretaba un personaje de un asesino autista con un movimiento físico y con una forma de ver el mundo muy especial y muy compleja. Ese personaje me lo curré bastante. El de REC4 sólo necesitaba estar disponible a lo que me encontrara allí, porque ¿cómo te preparas para ser atacado por zombis, o por infectados, en este caso? Además, muchas veces preparas algo que no está en la cabeza del director y, luego, hacer salir eso de tu cabeza, renunciar a tu idea para entrar en la del director es más trabajoso que ir sin ninguna idea y aceptar directamente la que te proponen.
Y luego, sobre el camino van saliendo propuestas y se aceptan o se rechazan.
– Pareces un actor muy de tele y de cine, pero quizá eres más interesante en teatro.
– Yo me he descubierto hace unos años. Hace unos 8 años hice mucho microteatro y ahí empecé a descubrirme como actor de teatro. Yo soy un actor de teatro. Lo sé, lo he descubierto tarde, pero soy un actor de teatro.
– ¿Qué te da el teatro?
– Pura vida. Es algo muy diferente a lo que te da la tele o el cine. Nunca me he sentido tan vivo como haciendo teatro, siendo tan yo y a la vez tan otro. El otro día en un curso de Andrés Lima mirando un foco pensé: “Nunca soy más yo que cuando soy otro debajo de un foco”. Es la sensación más cercana que tengo a la autenticidad. No sé cómo explicártelo. Y el tema de la adrenalina, del público, de la inmediatez, del aquí y el ahora, me pone muy en contacto con la vida. En un libro sobre Pacino leí que era feliz cuando estaba concentrado. Me pasa lo mismo. El teatro, la escalada, la moto y otras cosas me exigen tal nivel de concentración que me olvido de todas las miserías de este mundo y soy absolutamente feliz en el aquí y en el ahora. No existe nada más que lo que estoy haciendo. Y para mí eso es la felicidad. Me pasa también haciendo el amor.
– ¿Qué tienes a la vista en cuanto a trabajo?
– En febrero estrenamos “La Final”, de Valerio Bosserman. Ese fue nuestro reencuentro profesional. Él tuvo un sueño en un avión y cuando se bajó me lo contó y lo hicimos realidad. Es sobre la final del Real Madrid contra el Atlético de Madrid y lo que le ocurre a tres chicos que conocen a tres chicas del equipo contrario.
– ¿Has pensado en dejarlo alguna vez?
– He pensado en dejarlo todos los días.
Para saber más de Paco Manzanedo:
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