La segunda película del alicantino Adán Aliaga (Sant Vicenç del Raspeig, 1969), está levemente inspirada en la novela gráfica (cómic book) del milanés Lorenzo Mattoti (el guión del cómic es de Claudio Piersanti). “Estigmas” se estrenó hace unos meses en Filmin, por Internet, de forma gratuita, y hace un par de semanas en salas, con dos copias.
“La casa de mi abuela”, documental y Ópera Prima de Aliaga era una apuesta muy interesante y tuvo eco en varios festivales, aunque su pase por las salas fue efímero.
“Estigmas” nos cuenta la historia de Bruno (Manolo Martínez, el atleta) un ex presidiario alcoholizado y sin futuro que ve como todo cambia cuando en sus manos le surgen estigmas, sin motivo aparente. Conocerá las dos caras de la vida, la buena y la mala, el amor y el odio, en un carrusel de ambivalencias. La narración mantiene referencias religiosas, pero se permite licencias.
Según la fe católica, los estigmas son marcas parecidas a las cinco llagas de Jesús, recibidas por ciertos santos. San Francisco de Asís o el Beato Padre Pio de Pieltracina, son dos casos, aparentemente, documentados.
“Estigmas” tiene vocación de cine experimental, es una propuesta arriesgada, en blanco y negro, tendencia a la contemplación. Muestra diferentes ambientes, aunque es en la parte de los feriantes donde brilla, ahí los secundarios están muy bien, todo parece real. “Estigmas” podría también ser una road movie, pero siguiendo un camino a pie, casi como una novela picaresca contemporánea. El recurso religioso no es llevado hasta las últimas consecuencias y ahí se nota una falta de riesgo.
Destaca la fotografía de Pere Pueyo que nos remite al cine italiano de los años 50, o a los primeros films de Jacques Tati, en una búsqueda de la atemporalidad.
A la historia le falta densidad, y a ello no ayuda su protagonista, Manolo Martínez, que está bien en lo referente al aspecto físico, la corporeidad, pero no aporta la perspectiva interior, le falla la mirada, la expresión, el matiz.
En cambio Marieta Orozco sí que da credibilidad a su personaje y en las escenas en las que aparece, que no son muchas, el film sube enteros.
En definitiva, “Estigmas” tiene defectos y virtudes, pero no es tramposa, es una película recomendada para mentes inquietas. No es cine para consumir palomitas durante la proyección.
Artículo: José López Pérez