Este segundo artículo lo dedico a la película “Una Vela para el diablo” (1973) dirigida por Eugenio Martín; director de buen oficio que comenzó con varios cortos y documentales para iniciar su carrera en el largometraje con la ópera prima Hipnosis (1962), de cierto interés al tratar la extraña relación entre un hombre y un extraño muñeco de ventrílocuo; cosechando un gran éxito, Pánico en el Transiberiano (1972), una de sus obras más logradas. Un año después el director granadino afrontó una película de total reivindicación, Una vela para el diablo, relato crítico y desgarrado sobre la paradoja que supuso la introducción del turismo en nuestro país. Una obra que muestra su mejor virtud al anclarse en la realidad del momento y mostrar la confrontación de dos puntos de vista muy marcados: la religión y los valores tradicionales, y por otro lado el libertinaje y las mentalidades abiertas.
Así mismo, “Una vela para el diablo” se muestra a contracorriente al cine de género que se estaba produciendo en nuestro país; en este caso, el carácter fantástico brilla por su ausencia al igual que se abandonan las figuras más archiconocidas del terror (como Drácula, la momia, el hombre lobo, zombies, etc.) ofreciendo un relato contemporáneo a su momento histórico y buscando el horror a través de la reflexión y las consecuencias que conllevaban fanatismo religioso y la represión. Se podría decir que esta película se ancla dentro de una forma de representar el horror más personal y cercano a los elementos nacionales, siguiendo la estela de films tan célebres como El extraño viaje (1964) de Fernando Fernán Gómez, El bosque del lobo (1970) de Pedro Olea, El techo de cristal (1971) de Eloy de la Iglesia o Morbo de Gonzalo Suárez , aunque cabe decirlo, Eugenio Martín se muestra más convencido en el desarrollo del relato a través de golpes de efecto, mucho más viscerales y sangrientos siguiendo la moda del momento (al igual que ciertos planos de senos, cuerpos semidesnudos y nalgas).
Otro de los aspectos a destacar es la sabía elección de las hermanas protagonistas, es en los personajes de Marta y Verónica -interpretadas por unas excelentes Aurora Bautista y Esperanza Roy- donde recae la fuerza de la historia -cuya confrontación de caracteres muestra a esas dos Españas enfrentadas- donde se muestra una imposición y justificación bajo el velo religioso de cualquier atrocidad (el personaje de Marta) y otra que se perfila más abierta y benevolente, aunque sometida a las directrices de la anterior (Verónica). Otros actores menos logrados serían Judy Geeson (hermana de una de las turistas asesinadas) que en su papel de Laura no muestra la credibilidad suficiente para llevar por si sola una parte de la acción del film -que recae en la búsqueda de su hermana desaparecida en la posada sin ningún aviso- y lo mismo podría decirse de la aparición de Víctor Alcázar como Eduardo que no aporta nada a la historia y tampoco ayuda a la línea de investigación que lleva a cabo Laura; concluir con la breve aparición de Lone Fleming (esposa de Eugenio Martín) que demuestra una soltura y desparpajo admirables, demostrando con pocos detalles todos los tópicos de la visión liberal de la turista de la época.
La realización del film no escatima en elementos truculentos y sanguinolentos, mostrando una sociedad española anclada en el mundo rural, religioso, decadente, pueblerino y fisgón, lo que ayuda a enfatizar la confrontación entre la situación social española y la genérica europea, que veía a España como reclamo turístico de sol y playa, pero aún muy lejos de la modernidad que ellos vivían. Por consiguiente, lo rural se vuelve hostil y peligroso ante la llegada de lo nuevo (el turismo) por lo que estará dispuesto a acudir al asesinato para impedir la pérdida de valores -detalles que también podrían asemejarse en su cierta medida a la propuesta de Tobe Hopper con La matanza de Texas (1974)-.
Las set pieces más destacables son las acontecidas al inicio del film, cuando las hermanas forcejean con la hermana de Laura y ésta al caer por las escaleras muere al chocar con un vitral, es tan disparatada la conclusión que ofrece Marta que ese suceso se convierte en el detonante de todo lo que acontecerá a lo largo de la película; Marta impondrá el asesinato como limpieza de pecado de todas esas turistas libertinas y ligeras de ropa que atentan con cambiar los valores morales de la sociedad; mientras que Verónica seguirá las andaduras de su hermana pero con cierto recelo ya que su relación con Luís -veinte años más joven que ella- demuestra que ella está dispuesta a ser más abierta de mente y por otro lado está Laura, empeñada en demostrar que su hermana no desapareció y que las dos hermanas esconden algo muy oscuro.
Los asesinatos de otras turistas como Helen (asesinada por su falta de modales) y Norma ( asesinada por querer divorciarse y querer ser madre soltera) llevan a tomar decisiones un tanto creativas a las dos hermanas, desde el descuartizamiento de la primera como el cordero que ellas habían preparado en la comida, y la otra siendo escondida en la bodega en grandes tinajas de vino -tomando como referencia a El extraño viaje que también da uso a las tinajas para albergar cadáveres-. Otro de los grandes momentos hace referencia a la represión sexual que sufre el personaje de Marta, cuya libido es desatada al visualizar los cuerpos y genitales desnudos de varios niños en el río, es tan ardiente su deseo que su castigo es flagelarse con unas zarzas de los alrededores, mostrando hasta que punto se podía llegar para reprimir todo atisbo de deseo sexual, es sin lugar a dudas una de las escenas más explícitas e impactantes del film.
Finalmente, destacar la imponente resolución de la película, cuando todo es descubierto por Laura con ayuda de Eduardo (asesinado a hachazos por Marta) que será sorprendida por las hermanas y atada para que no escape, mientras que por otro lado un ojo en una de las comidas de la pensión entra como prueba de los crímenes de las hermanas, finalizando en un primer plano de Laura rasgando una cortina y descubriendo las intenciones de las hermanas ante la policía y los aldeanos que están delante de la posada, todo ha sido descubierto y las hermanas serán condenadas.
En conclusión, la labor de Eugenio Martín tras las cámaras es totalmente ejemplar, la de un artesano que sabe como llevar a buen puerto un film que sufrió demasiados recortes, sabe como llevar los personajes y las situaciones de horror, por lo que su envejecimiento ha sido positivo con el paso de los años. Además de desarrollar lo que muchos entendidos llaman el Spanish Gothic -defendido sobre todo por Ángel Sala- en referencia al American Gothic americano, cuyos elementos se emparenta en parte y que ofrecen una visión diferente del género de terror, a través de aspectos y elementos mucho más españoles, además de valorar que la acción acontecida sucede a la luz del día -que será seguido por Quién puede matar a un niño? (1976) de Narciso Ibáñez Serrador-, junto a unas interpretaciones bastante por encima de la media de lo que se solía estilar en las películas de terror de nuestro país. Recomendar su visionado para aquellos que no la hayan visto y sobre todo recomendar la versión inglesa editada por Odeon Entertainment bajo el título de A candle for the devil, también hay otra versión americana con el título It happened at nightmare inn que muestra los grandes recortes que tuvo la película.
* Podéis consultar el primer artículo de esta serie en este enlace.
ISRAEL MACÍAS PARRA
Qué buena pinta… La verdad es que tenemos un legado de cine fantástico de lo más interesante y ni siquiera lo conocemos. Lo aprendí gracias a un ensayo de Ángel Sala titulado “Profanando el sueño de los muertos: La historia jamás contada del cine fantástico español”.
La película de Eugenio Martín mas conocida internacionalmente es Horror Express aun así una vela para el diablo me resulta mas entrañable y cercana no solo porque se ambienta en la España rural y toca temas muy nuestros como es la represión católica, la opresión de una sociedad pacata y cerrada que poco a poco se abría a las nuevas costumbres que trajo el turismo, el machismo irredento… lo que de verdad me gusta son los dos personajes principales una hermana menor que anhela una vida distinta mas libre junto a un hombre mas joven que la chulea (bien Esperanza Roy tan desaprovechada en el cine español) y una hermana mayor recta, muy católica, fría, abandonada por los hombres y reprimiendo siempre sus deseos (magnífica Aurora Bautista) la escena de los adolescentes y niños desnudos y espiados libidinosamente me resulta sorprendente que hubiera pasado la censura del tardofranquismo… por cierto según avanza la película y cometen cada vez mas asesinatos las dos hermanas resultan cada vez mas hermosas; a ellas dos, la muerte sí que les sienta bien.
Hablando de terror, aquí os dejo mi opinión sobre Caníbal, que vi ayer en pase de prensa:
http://fernandomaranon.blogspot.com.es/2013/10/canibal.html
¡Qué curioso! El otro día estaba pensando que Esperanza Roy es una actriz poco aprovechada o con muy mala suerte porque podría ser una de las grandes, recuerdo q Carmen Maura dijo que Almodóvar la llamó para Que he hecho yo para merecer esto después que Roy le dijera que no porque tenía otros compromisos.
MARAÑON me ha gustado mucho tu crítica. Hay muchas ganas de ver Caníbal