Crowdfunding. La palabra de moda.
El gobierno ha dejado el panorama de las producciones cinematográficas desierto en su campaña de descrédito hacia el cine español, bajo el lema “no a las subvenciones” (al cine, porque las correspondientes a otros ámbitos mucho más costosos, como la propia financiación de sus partidos, no se han tocado).
Decenas de proyectos están paralizados. Los nuevos cineastas buscan nuevas fórmulas de financiación, que por algo se dice que de la necesidad surgen las mejores ideas.
Crowdfunding es un sistema mediante el cual se produce una micro financiación colectiva entre particulares a través de la red.
Normalmente, dependiendo de la aportación, se obtiene un obsequio simbólico, entradas gratuitas, aparición en los créditos…
En grandes aportaciones, el contribuyente se convierte en productor ejecutivo y puede tener derecho a royalties, participando de una posible rentabilidad del film, aunque esto no queda del todo claro.
¿Cuáles son los puntos a depurar?
1-Los donativos sin recompensa.
El concepto de “comunidad” siempre es bonito y poético. Pero, volvamos a la realidad: las micro donaciones desinteresadas no son suficiente. No queda del todo claro el tema de la participación ejecutiva, con participación en royalties. Precisamente es ahí donde se debería trabajar e intentar atraer a grandes inversores, empresas que entren en el juego de la inversión, como quien invierte en bolsa, y participe en un proyecto que, ¿quién sabe?, puede ser rentable.
Ni qué decir tiene que la mejor campaña publicitaria sería que una peli crowdfunding, de pronto se convirtiera en un “pelotazo” a nivel internacional y cosechara grandes beneficios.
2-Información insuficiente sobre el proyecto.
Antes de embarcarme en una ayuda, necesito disponer de la mayor información posible -al menos si se trata de una ayuda importante- y esto no sucede.
Pongo como ejemplo el proyecto Bloody West. Maravillosas intenciones, una breve e insuficiente sinopsis sin acceso al argumento, un reparto en el que figuran importantes nombres de los que no se nos aclara si serían protagonistas o simples cameos testimoniales, etc.
3-Desconfianza.
Estas nuevas vías han levantado suspicacias entre los sistemas tradicionales de distribución.
Creo que desde el Estado, ya que son quienes han recortado ayudas, se debería incentivar estas propuestas, por ejemplo facilitando el acceso a las salas.
Ni revolución ni moda pasajera. El crowdfunding, en general, está en pañales. Crecerá y tendrá importancia en un futuro a medio-largo plazo pero ahora mismo solamente es una alternativa para proyectos muy pequeñitos.
De todos modos, una cosa es esto, que es micromecenazgo popular, y otra la posibilidad de que grandes inversores participen de una peli en parte gracias a desgravaciones fiscales, que es algo en lo que supuestamente el Gobierno está trabajando pero que no acaba de hacer. Esto no se haría por crowdfunding, ya que serían coproductores gordos y eso requiere negociaciones económicas y temas fiscales complejos. Que no digo que por una plataforma de estas algún inversor no pueda llegar pero normalmente los grandes inversores no se meten en esta clase de páginas, sino que hay que perseguirlos en sus oficinas, jeje.
Rince, la clave está en el término medio. Aparte de los grandes inversores y empresas, por qué no podría participar un anónimo con cantidades similares a las que cualquiera de los mortales solemos invertir en bolsa?
Sí, puede haber un término medio que también convendría explotar. A eso me refiero con que todavía está en pañales. No es descabellado que un grupo numeroso de anónimos y desconocidos a un proyecto -cuando esto esté más avanzado- puedan invertir, qué se yo, unos cientos de euros. Pero como en el texto lo has mezclado utilizando términos como ‘grandes inversores’, por eso he hecho la distinción. Los grandes inversores no van a utilizar el crowdfunding y, si te digo la verdad, son esa clase de inversores los más urgentes ahora mismo en atraer y convencer para que el cine español no muera en el corto plazo.