Este año, el Festival de Cortometrajes de Almería rendirá un homenaje a la la actriz Natalia Mateo, nacida el 12 de diciembre de 1975 en Cuenca, al ser elegida para recibir el Premio “El cine por delante” de este certamen.
Natalia Mateo, finalmente, ha consolidado su carrera como actriz al participar en largometrajes como La vergüenza de David Planell, Mejor Película en el Festival de Málaga y El patio de mi cárcel, de Belén Macías.
El director David Planell tiene mucho que ver en la trayectoria de Natalia pues se dio a conocer como la yonqui enganchada a los telediarios del Carisma de Planell. Un corto multipremiado, por el corto en sí y por el fantástico trabajo de sus dos actrices, ella y Marta Aledo. El éxito prosiguió con Ponys, otro corto de Planell en el que, una vez más, Natalia recibió el reconocimiento general.
Natalia ha trabajado con los directores más prometedores y en los cortos más reconocidos, siendo reconocida como una de las musas en este campo: Daniel Sánchez Arévalo (la yonqui de Exprés, formidable personaje, y la novia insegura de Traumalogía), Toni Bestard (la seductora burlona de Equipajes) o Álex Montoya (la mujer asustada de El punto ciego), sin olvidar su propia experiencia como directora (junto con, otra vez, Marta Aledo) en el estupendo Test, o como actriz y guionista en Pichis.
Y no tardó en dar el salto al largo, casi siempre de la mano de nuevos directores: nuevamente Sánchez Arévalo en Azuloscurocasinegro; El patio de mi cárcel de Belén Macías; un soberbio cara a cara con Amparo Baró en Siete mesas de billar francés de Gracia Querejeta (guión de Planell); y la consolidación con La vergüenza.
Brillante comienzo para una intérprete indispensable en la novísima generación de cineastas, del mismo modo que, por ejemplo, Carmen Maura o Kiti Mánver lo fueron en la generación de Almodóvar, Trueba y Colomo. Sin duda, Natalia Mateo pone cara al nuevo cine español.