Pol, un adolescente que tiene como mejor amigo a un oso de peluche que toca la batería y con el que se puede comunicar mejor que con cualquiera de sus compañeros de clase, vive en esa difícil época que termina quedando en tierra de nadie; ese momento que llega una vez se alejan todo tipo de preocupaciones y que precede a una vida donde la trayectoria y las grandes responsabilidades marcan tu vida. Tras todo ese desconcierto vemos una galería de enigmáticos personajes bajo una óptica intimista que se relacionan y alteran la vida de Pol.
Está claro que “Animals” tiene un concepto visual anclado en sus propios cimientos. El trabajo de Marçal Forés, quien ya llamaba la atención por su estilo y ritmo en 2005 con “Yeah! Yeah! Yeah!” (un trabajo de fin de carrera que consiguió más repercusión al ser finalista en la edición de 2006 de Fotogramas en Corto), consigue crear unos personajes que avanzan por sus propias historias dentro de una atmósfera enrarecida, actual y desoladora.
Un autor tiene que contar una historia decidiendo el modo de contarla, por lo que a la hora de ejecutar el modo elegido es posible que dicha historia se entienda de una forma o de otra, a veces traicionándose a sí misma al no encajar bien la relación forma-fondo y en otras ocasiones inundando o entorpeciendo el punto de vista y el criterio del espectador. Algunos ejemplos de esos autores que construyen su obra en función de un estilo marcado podrían ser Wes Anderson, Terry Gilliam, Jean-Pierre Jeunet, Wong Kar-Wai, David Lynch, Woody Allen o Gus Van Sant.
El fondo elegido por Marçal Forés tiene unos pilares visuales apropiados y en concordancia con la soledad de sus personajes, todos ellos adolescentes. Por lo tanto, “Animals” podría parecer una extensión de “Yeah! Yeah! Yeah!” o de “Friends Forever” (aquí podéis ver el cortometraje y leer la crítica), con el que dio técnicamente dio un importante salto evolutivo. No obstante no se busca catalogarla dentro de un género puesto que no se ha buscado seguir los cánones de ningún género concreto y lo cierto es que viendo esta ópera prima no cuesta darse cuenta de que es algo inclasificable. Se podría decir que todo en “Animals” está en consonancia con lo que se quiere contar y con cómo se cuenta. Las influencias que se puede intuir o las comparaciones que pueden surgir son inevitables: “Black Hole” de Charles Burns (del que hablan repetidas veces en la película) es no sólo una influencia, sino un cómic que podría pertenecer, sin necesidad de cambiar nada, al universo mostrado en la película. La incomprensión que siente Pol es similar a la de algunos de los personajes principales del cómic de Charles Burns. “Elephant” o “Donnie Darko” son otras de las influencias que han ido alborotando alrededor de la película en diversos blogs o críticas y lo cierto es que aquellos paisajes otoñales mostrados en “Animals” ambientan un escenario melancólico similar al de los mencionados films. La excelente banda sonora, donde destacan “Latidos” interpretada por Oriol Pla y Bananas o “I Don’t Wanna Leave” de Chiquita y Chatarra, y la continua aparición de momentos musicales hacen de la película un extenso y potente videoclip en el que hay que saber sumergirse y dichos temas consiguen exponer esa esencia adolescente llena de rabia; esa necesidad de tener que explotar ante una insatisfactoria situación actual.
La dirección de fotografía, vestuario, dirección de arte, búsqueda de localizaciones y demás aspectos técnicos están a la altura de la cada vez más grande galería de películas que Escándalo Films posee (“Eva”, “Blog”, “Tres días con la familia” fueron los anteriores largometrajes de dicha productora), siendo “Animals” la cita anual que la productora de la ESCAC lanzó el año pasado, consiguiendo crear (y estrenar) año tras año variadas obras de gran interés con una excelente factura técnica.
El reparto, formado por actores británicos y españoles, entre el que se encuentra Martin Freeman (interpretando a ese profesor que, aun con buenas intenciones, inútilmente intenta guiar a sus desorientados alumnos), está a la altura de la amarga mezcla de sensaciones que sienten sus personajes, haciendo que no haya una sola interpretación que llame la atención por la mala construcción de un personaje o su poca credibilidad.
El guión, escrito por Aintza Serra, Enric Pardo y Marçal Forés, es contenido, amplio debido a los diversos temas que se plantea y deja espacio a dobles lecturas. El mundo que rodea a Pol es tan desconcertante como la propia película, en la cual caben temas tan diversos como la crisis existencial, la condición sexual elegida, el misterio que envuelve a jóvenes que aparecen y desaparecen, las válvulas de escape ante el aburrimiento académico, la muerte o los límites de la amistad, y el engranaje de tantos elementos da como resultado una película triste, interesante, oscura, estilizada, extraña y sincera.
Carlos Ena