“LOS CIEN METROS QUE YO TENGO SON DIARIOS”, ENTREVISTA A DANI ROVIRA, PROTAGONISTA DE LA PELÍCULA ‘100 METROS’


El día después de saberse que Dani Rovira volverá a presentar la gala de los Premios Goya, hemos tenido el placer de entrevistar -y dejarnos conquistar- al el que sin duda es una de las estrellas del momento.

Rovira dio en el año 2014 el salto a la gran pantalla por todo lo alto gracias a ‘Ocho apellidos vascos’, la película que se convertiría en la más taquillera de la historia del cine español y por la que recibió el Premio Goya revelación en la misma gala en la que ejercía de maestro de ceremonias. El hito del filme se consolidó un año después con la secuela ‘Ocho apellidos catalanes’. Entre medias, el actor malagueño ha protagonizado el éxito ‘Ahora o nunca’ y recientemente la comedia ‘El futuro ya no es lo que era’.

Este viernes se estrenará ‘100 metros’, comedia dramática dirigida por Marcel Barrena (Món Petit) que nos presenta una historia de superación en la que Rovira sorprende con un nuevo registro, en una dura trasformación de notable exigencia física y emocional. El actor interpreta a un enfermo de esclerosis que, tras su diagnóstico, emprenderá una lucha contra sus limitaciones con la ayuda de su mujer (Alexandra Jiménez) y suegro (Karra Elejalde).

Os dejamos con nuestra entrevista a Dani Rovira.

-Después de una carrera marcada por la comedia, ¿te apetecía hacer otro registro como el de “100 metros”?

Para mí ha sido una alegría, pero yo quiero ver mi carrera como actor no como una forma de ir cambiando de registros. Al fin y al cabo lo que estás contando son historias. Y “8 apellidos vascos” era una historia muy concreta y “Ahora o nunca” era otra y de repente surge esta historia, que intento afrontarla independientemente del tipo de género que sea. Lo bonito está en crear tu personaje, en creer en la historia e intentar tirarla desde la verdad más fiel. Y así ha sido. Luego ya es cuestión de los periodistas, los críticos e incluso el mismo público que ya pueda opinar que he hecho un cambio de registro mejor o peor. Pero yo no lo veo como tal. Yo lo veo como que de repente me ha llegado una historia diferente, que tiene distintas características y que he intentado defenderla como buenamente he podido y sabido.

-¿Cómo fue el tú a tú y preparando el personaje con Ramón Arroyo, el joven sobre quien se basa la película?

Ramón al rodaje vino un par de días al principio sobre todo y el último día de rodaje. Pero sí que hubo mucho contacto previo. Lo que a priori era como preparar el personaje, al final la cabra tira al monte y acabamos haciéndonos amigos y muchas veces quedábamos para tomar algo y de lo último que hablábamos era de mi personaje. Ha sido muy fácil, porque tanto Ramón como Inma han sido muy generosos al contarnos toda su experiencia desde que tenían diagnosticada la esclerosis múltiple con sus luces y sus sombras. No han tenido ningún tipo de pudor, sobre todo porque ellos eran los primeros interesados en que se pudiera hacer una película ya no sólo para que se conociera su caso personal, sino para que se diera a conocer una enfermedad que afecta a mucha gente y que están muy incomprendidas por la peculiaridad jodida de esta enfermedad.

-¿Qué pasa por tu mente cuando tienes encima de la mesa un guión de estas características?

Sobre todo mucho entusiasmo y mucha ilusión, porque al fin y al cabo lo bonito de esta profesión es transmitir emociones. Ya me gustaba a mí desde que me subí a un escenario y tenía un unipersonal que se llamaba “Quiere salir conmigo” que era comedia pero de repente había momentos donde me apetecía contar otras cosas. Lo bonito del actor es poder coger a espectador y agarrarle el corazón y hacerle un cóctel; tirarlo por ahí, acariciarlo, echarle alquitrán, luego plumas, cosquillas… Me parece como lo más bonito lo que un actor puede ofrecer a su público. Así que esta historia también era una manera de hacer llegar emociones muy diferentes y muchas en muy poco tiempo.

-¿En qué se parece Dani el actor a su personaje Ramón?

Me gustaría parecerme en más cosas porque la verdad es que Ramón para mí es un superhombre e Inma una supermujer. Nos parecemos en el sentido del humor, es algo que los dos utilizamos mucho en nuestro día a día. Yo lo uso porque es el prisma con el que me gusta ver la vida y porque es mi profesión. Ramón lo hace como bálsamo y como tabla de salvamento. También coincidimos en que somos dos apasionados del deporte y nos parecemos en muchísimas cosas más: es una persona muy sensible y tiene siempre las emociones a flor de piel. También somos muy cabezotas, en cuanto nos proponemos algo nos gusta intentarlo y que nadie nos diga que no podemos.

-¿Estamos ante uno de esos personajes que marcan a un actor?

Sé que es un personaje que marca a una persona. A mí como persona este personaje, este proyecto y Ramón me va a marcar de por vida porque ojalá Ramón e Inma formen siempre parte de mi vida. ¿Qué me marcará como actor? Eso tendrás que preguntármelo quizás dentro de tres años, porque si tengo una ferretería montada te diré que no me ha marcado mucho (risas).

-En el rodaje se te vio muy delgado. Háblanos de tu trabajo físico.

Es verdad que si queríamos ser fiel a la historia real, cuando le diagnostican la esclerosis múltiple a Ramón, éste tenía bastante sobrepeso y hasta que llegó a hacer el “Ironman” perdió como treinta y tantos kilos. ¿Qué sucede? Que a día de hoy en un plan de rodaje de 7 semanas donde sabéis perfectamente que las secuencias se ruedan por necesidad más de producción y localización que por otra cosa, pues era imposible engordar, adelgazar…por lo que decidimos juntar al equipo de maquillaje y vestuario. No olvidemos que el cine tiene muchas trampas maravillosas. A lo mejor adelgacé con respecto al peso que tengo ahora tres o cuatro kilos pero con la nariz que tengo a la que adelgace un poco pues se me pone un codo en la cara que parece que he tenido una transformación… pero no, no, no ha sido para tanto.

-¿Tienes tus 100 metros particulares?

Los 100 metros que yo tengo son diarios. La vida te va dando un montón de pruebas y desafíos y no son 100 metros concretos. Retos deportivos tengo muchos porque me encanta el deporte y un montón de retos con tu familia, pareja, perros, con la sociedad, tus proyectos…

-Nos has dicho que has tenido muchas cosas en común con Ramón pero ¿qué has aprendido de él?

De Ramón he aprendido muchas cosas. Ramón y las gente como él son personas que cuando ves que tienen una enfermedad degenerativa o la vida le ha truncado algo a nivel de salud parece como que son personas que necesitan ayuda, y así es. Pero lo que no sabemos es que realmente a la larga son personas que te ayudan a ti, que supuestamente tienes todas las piezas y todo funciona genial. A mí Ramón me ha ayudado a ser mejor persona, alguien que sin querer con su amistad te zarandea y hace que tu escala de valores y prioridades cambie. Por ejemplo, puedo llevar dos días cabreado porque he perdido el móvil y de repente echas una tarde con Ramón y me pregunto si soy imbécil o doy pellizcos a los cristales. Eso me ha enseñado Ramón: a darle a las cosas la importancia que tienen y a saber jugar al máximo las cartas que te da la vida. Si te da muchas eres muy afortunado, juégalas. Porque él de repente tiene unas cartas un poco más jodidas que el resto y nadie está haciendo la partida tan maravillosa como la que está haciendo él.

-¿Con qué mensaje quieres que se quede la gente?

Que nadie te diga que no puedes hacer algo. Que tú sólo puedes demostrar si puedes o no puedes hacer algo. Es cierto que no todo se puede hacer, pero inténtalo tú, que nadie decida por ti lo que puedes o no puedes hacer. Que es lo que le pasó a Ramón, que durante tres años se creyó lo que le dijo un médico, que no podría andar 100 metros. Y de repente reaccionó: ¿y si no es así?

Gabriela Rubio

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